El Centro

Guillermo Laich
07/04/2020 21:22

 

Tomar contacto con el autentico ser se asemeja a un salto en el vacío para encontrar el centro existencial. Es ahí, en ese centro, donde uno se encuentra con uno mismo.

 

El estado mental conocido como “Mu” es la matriz del Zen y representa el concepto de desapego, neutralidad, o la nada. Para alcanzar tal estado mental es necesaria una sincera, suave, y profunda investigación de nuestras preguntas más fundamentales, tanto si son conscientes como inconscientes. 

No tenemos que ser monjes budistas y meditar cinco horas al día para alcanzar un estado de conciencia independiente en relación con nuestras vidas. Para tal es necesario comprender lo que es la vacuidad de Mu. De hecho, Mu es un proceso altamente intelectual, y para nada representa el ocioso paso del tiempo o un suicidio intelectual. 
 
Debido a ello, Mu es realmente un estado profundo de cuestionamiento o investigación de carácter interno mientras nuestras mentes permanecen en silencio. Independientemente de quiénes somos o qué hacemos, todos tenemos una serie de preguntas que deseamos explorar en mayor detalle y profundidad. Pero en este tipo de cuestionamiento nuestro objetivo no consiste en descubrir o avanzar una respuesta determinada, sino en encontrar nuestro centro. 
 
En esencia, miramos la pregunta o el problema en la mayor paz y quietud. Miramos con suavidad cada vez más dentro de nosotros mismos para poder escucharnos mejor y así tener acceso a esas respuestas que se encuentran en el centro de nuestro ser. Tales preguntas pueden tomar varias formas:
 
¿Dónde estoy?; ¿Qué hago aquí?; ¿Quién soy?; ¿De dónde vengo?; ¿Adónde voy?; ¿Puedo hacer esto o aquello?; ¿Soy competente?; ¿Cometeré errores?; ¿Por qué tengo miedo?; ¿Hare el ridículo?; ¿Y si fracaso?; ¿Y si soy un perdedor?; ¿Soy feliz o infeliz?
 
Se trata de llegar a alcanzar un estado mental vacío y típico de Mu frente a todas estas preguntas - y quizás algunas más – y, además, de una manera frontal y cara a cara. Se trata de aprender sobre la mas intima naturaleza del propio proceso de interrogación, profundizar en la procedencia de nuestras preguntas, y permitir que surjan cada vez más preguntas procedentes de las insondables profundidades de nuestro centro en la mente inconsciente. 
 
Para responder a nuestras propias preguntas debemos estar dispuestos a enfrentarnos a nosotros mismos, así como a nuestras mentiras y verdades. A medida que nos acercamos cada vez mas al centro – donde yace nuestra autentica verdad sobre lo que somos - todos tenemos tendencia a sentir una cierta sensación de temor e incertidumbre. Hay preguntas en nuestra mente inconsciente que se ubican más allá de nuestra conciencia; y también respuestas que se ubican mucho mas allá de la lógica. 
 
Me refiero a preguntas, respuestas, y conocimientos de los que no sabemos absolutamente nada y, que, por ese mismo motivo, pueden llegar asustarnos. A pesar del miedo que se experimente, el punto al cual se apunta consiste en tomar contacto y estar presente con la esencia central de tales preguntas, y no darse la vuelta o salir huyendo. La sensación se asemeja al inteligente dicho: “quien busca donde no debe, encuentra lo que no quiere.” Salvo que en nuestro caso, y en un estado mental de Mu, si lo queremos encontrar y conocer.
 
De hecho y, quizás suene a paradoja, la respuesta obtenida puede que no sea muy importante, lo importante es realizar el salto. A partir de ahí, las nuevas ideas que puedan surgir durante el proceso simplemente son parte del proceso de interrogación. Tales percepciones sirven para ubicar y determinar la existencia de un lugar, espacio, o centro existencial ubicado dentro de nuestras propias mentes. Un espacio que antes no conocíamos ni sabíamos que existía.  
 
Con el paso del tiempo, y eventualmente, cada uno de nosotros aprendemos a conectarnos cada vez mas íntimamente con tal lugar. Un lugar o área mental donde podemos enfrentarnos de manera clara y directa a esa serie de preguntas clave dentro de nosotros mismos. Hacer este tipo de ejercicio de forma regular representa una forma muy especial de relacionarse y bailar con los elementos que definen lo mas íntimo y real de nosotros mismos, así como con el propio proceso de interrogación. En el centro todo es posible. 
 
Ahora bien, ¿Cómo hacemos para mantenemos totalmente alerta y presente ante tales preguntas? Sólo hay una manera de lograrlo: comprendiendo y penetrando el el mismísimo núcleo o centro existencial de nuestras preguntas.
 
Las preguntas que se generan dentro de nuestra propia conciencia, en la conciencia de los demás, y en el mundo que nos rodea, tienden a surgir y crecer en número a modo de una reacción en cadena. Las preguntas clave siempre son las mismas y típicamente se encadenan entre si: 1.- las que surgen de nuestra propia lucha por encontrar nuestra única y auténtica identidad; 2.- las que surgen para determinar la naturaleza de nuestro centro existencial; 3.- las que surgen para definir nuestros propios problemas; y 4.- las que surgen para despejar lo innecesario y superfluo, encontrar nuestro centro, y convertirnos en las personas que ya somos.
 
Para poder tomar parte plenamente en este proceso debemos estar presentes y receptivos en relación con la pregunta o con otras preguntas que surjan de nuestra primera investigación. Nuestra forma de responder a nosotros mismos no debe consistir en recibir una respuesta específica, lógica, o lúcida. No, de ninguna manera. De hecho, en cualquier momento es posible que surja algo desde la nada que no esté para nada basado en nuestra limitada conciencia racional humana. Puede, incluso, surgir de un lugar mucho más profundo y central, de un espacio mental totalmente diferente, desconocido, e inconsciente.
 
De esta manera aprendemos a enfrentar nuestras vidas de una manera mucho más profunda, directa, y real. De una manera mas madura que supera ampliamente nuestro limitado concepto humano sobre quién somos, quiénes son los demás, que es la vida, y qué es el mundo.
 
Es un concepto generalmente aceptado en el budismo Zen es que en el estado Mu, cada momento o pensamiento es concebido como compuesto de 5,000 pensamientos o mundos simultáneos adicionales. Por lo tanto, el enfoque del auto-cuestionamiento involucra estos posibles 5,000 mundos en cada pensamiento. Y cada pensamiento, si tratamos de seguirlo y rastrearlo, puede estar conectado a muchos otros aspectos conocidos y desconocidos de nuestras vidas - incluyendo cosas que ni siquiera sabemos que están en nuestras vidas. De esta manera, y como si de las dendritas de múltiples neuronas se tratase, cuando decimos 5,000 mundos en cada pensamiento, podríamos estar diciendo 50,000 o 5,000,000, o más..., mundos.
 
Ahora bien, cada uno de estos mundos representa una pregunta en sí misma. Siendo así, ¿cómo podemos enfrentarnos e incluir todos estos mundos en nuestra investigación? Este espacio de cuestionamiento de la nada, que surge de la nada, y dentro de los límites y restricciones imaginarias de Mu, se impregna y actúa constantemente en el resto de nuestras vidas. Por lo tanto, considero que es de nuestro interés aprender a definir, llegar, ubicarnos, y escuchar lo que existe dentro de ese espacio central – así como aprender a vivir en paz y en plena aceptación con lo que ahí encontramos. 
 
Ahora estamos en condiciones de preguntarnos: ¿podemos realmente vivir en medio de la impermanencia y la incertidumbre de forma ideal, y en un estado de aceptación serena?; ¿podemos realmente vivir en el centro existencial de una vida que consiste de una pregunta o una infinidad de preguntas? 
 
No sólo podemos, sino que debemos hacerlo. Principalmente porque ese centro es donde realmente estamos, donde realmente somos quienes somos, y de eso – precisamente - trata la vida.
 
 
 

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