La Sombra

Guillermo Laich
05/11/2014 21:38

The Shadow / DC Cómics

 

No sería exagerado definir la violencia como una fuerza débil. La fuerza es lo opuesto a la debilidad; la violencia, en cambio se opone a la dulzura. Hasta tal punto no se opone la violencia a la debilidad, que la debilidad no tiene con frecuencia otro síntoma que la violencia; débil y brutal, y brutal precisamente por ser débil.

El superhéroe de las tiras de prensa y cómics books conocido como: The Shadow (en los EE.UU); y La Sombra (en los países de habla hispana), es un personaje creado por el autor y mago profesional Walter Gibson (1897-1985). Gibson escribía bajo el seudónimo de Maxwell Grant, y con ese nombre publico mas de 300 novelas. El personaje tuvo sus comienzos en el año 1930, primero en la radio y luego llevado a la novela, al cómic, y finalmente al cine.

El argumento es el de un misterioso personaje disfrazado que lucha contra el mal y el crimen. Se trata de un justiciero, oculto tras un oscuro sombrero de ala ancha, un largo abrigo, y una especie de bufanda de color rojo que cubre parte de su rostro. Armado con dos pistolas y dotado de extraordinarios poderes mentales, su combate contra la violencia y la criminalidad se desarrolla en la penumbra, donde sus acciones consisten en luchar contra el mal de los malvados, y a favor del bien, de la justicia, y de la paz.

La Sombra, a igual que otros personajes de cómics como Batman y Robin, Superman, y el Fantasma, posee un alter ego personificado por el sofisticado millonario Lamont Cranston. No obstante La Sombra también protege su identidad mediante dos alter egos adicionales: la del aviador, Kent Allard; y la del conserje de comisaría de policía, Fritz.

La Sombra ostenta ciertos superpoderes que le dan una gran e interesante ventaja táctica y estratégica ante sus adversarios. El principal es la umbrakinesis. El termino hace referencia a la palabra umbra, que significa oscuridad o sombra; y kinesis, que significa movimiento. Consiste en la habilidad psíquica que permite al personaje crear y manipular la oscuridad y las sombras, y moverse entre ellas pasando inadvertido. Incluso le es posible usar su propia sombra para fundirse parcial o totalmente con ella.

Este poder, concede a La Sombra la capacidad para crear alteraciones preceptúales tipo ilusiones que distorsionan el concepto de la realidad en la mente de sus adversarios. Se trata de crear falsas percepciones de la realidad que alteran la cualidad del objeto percibido y el resultado es el engaño.

A diferencia de una alucinación, que consiste en una distorsión en ausencia de un estimulo real; una ilusión describe una falsa interpretación de un estimulo real. Por ejemplo, escuchar voces independientemente del entorno seria una alucinación; mientras que escuchar voces en el sonido en el flujo de un arroyo (u otra fuente auditiva) seria una ilusión.

La umbrakinesis también permitía a La Sombra teletransportarse a enormes distancias mientras se encontraba fundido con las sombras. Pero debemos matizar que si bien este poder no confería la plena invisibilidad, el efecto ilusorio le servia de camuflaje. De esta habilidad La Sombra toma su nombre.

El personaje también posee dominio, pero en menor medida, sobre la telepatía (transmisión de contenidos psíquicos entre individuos sin el uso de agentes físicos conocidos) y la telekinesis (desplazamiento de objetos mediante una acción a distancia sin la intervención de agentes físicos conocidos).

Quizá el elemento mas valioso dentro del amplio arsenal psíquico de La Sombra sea el concepto de que el bien y el mal no son extrínsecos. El termino: extrínseco, proviene del latín extrinsecus y significa: estar fuera de, en términos de que algo es exterior al objeto del cual se habla. En contraposición, el término: intrínseco, proviene del latín intrinsecus y significa que algo es propio o característico de la cosa que se expresa por sí misma y no depende de otra cosa ni de las circunstancias. 

Lo anterior implica que el bien no es exterior ni independiente del mal, y viceversa. O sea que en todo bien, existe algo del mal; y que en todo mal, existe algo del bien. Este importante y sofisticado concepto corre y se entrelaza como un hilo de Ariadna a través de todas las acciones de La Sombra. Cosa que nos conduce al corazón de los hechos y nos descubre la esencia de su conducta.

Debo admitir que suelo estar fascinado por las personas tranquilas y pacificas. También estoy fascinado por la paz en general. Mis primeras memorias como ser humano son fundamentalmente memorias de una gran paz junto a mis padres y hermanos. Pero la paz no responde a una sola cosa o a una causa única, si no a muchas cosas y muchas causas entrelazadas entre si. La paz, como casi todo en la vida, está sobredeterminada, o sea que responde a múltiples causas, muchas de ellas totalmente ignoradas y/o desconocidas.

Gran parte del concepto de paz responde a causas y móviles que, en semejanza a La Sombra, se encuentran envueltas en el misterio. Esencialmente porque la paz no es una, si no muchas. Por paz se entiende un estado de tipo espiritual, un don especial, una condición determinada, una consciencia especial, un proceso de maduracion personal, una decisión critica, o el latido tranquilo y sereno de un corazón en paz.

Pero mas que todo la paz implica la presencia de algo que requiere esfuerzo, empatía, tolerancia, e inteligencia para poder lograr y mantener. Me refiero a la autentica paz: esa pura, suave, delicada, y tan profunda paz, que para algunos de nosotros representa una experiencia encantadora y liberadora. Esa búsqueda de la paz entre los seres humanos constituye el eje temático central de la totalidad de las acciones de La Sombra.

La paz representa una labor dura, ardua, y sostenida en el tiempo. Mantener la paz es tan duro y difícil como lograrla en primer lugar. La paz jamás es fácil o barata, y hay que saber ganarla y merecerla. Si bien nada es totalmente blanco o negro, y viendolo desde una perspectiva intelectual y emocional, la agresión y el conflicto son – con gran diferencia – de mucho más fácil acceso que la serenidad y la paz. Por lo general, la agresión y el conflicto representan características naturales del ser humano, mientras que la paz no.

Digo lo anterior porque paradójicamente la historia de la humanidad ha demostrado que a través de los siglos, y una y otra vez, el ser humano se ha resistido a la paz, y en su lugar se decanta por la agresion y el conflicto. Es como si la misma naturaleza humana estuviese genética y evolutivamente programada para posicionarse mas cerca del sufrimiento y el dolor del conflicto, que de la serenidad y felicidad de la paz.

Hasta aquí me he referido al conflicto y a la paz entre las personas, los grupos, las etnias, y los países. Pero que podemos decir de la paz que reside en el interior del ser humano. En especial, que podemos decir de esa tan deseada y elusiva condición conocida como: la paz interior. Si bien todos tenemos derecho a desear la paz interior, ninguno de nosotros tiene más derecho a lograrla que la paz exterior. Paradójicamente, y en determinadas ocasiones, para lograr tal paz primero debemos prescindir de ella. Asi de extraño es el pensamiento y el comportamiento del ser humano.

No obstante, debemos recordar que existe un importante elemento que antecede a la autentica paz interior. Ese elemento es la integridad. El término integridad deriva del adjetivo integer, que significa intacto, entero, puro, o no alcanzado parcial o totalmente por el mal. En la mayoría de las ocasiones a esa integridad se accede mediante un deliberado proceso de profunda y honesta introspección.

Por introspección se entiende un método para tratar los procesos fallidos en la economía cognitiva, afectiva, y conductual de uno mismo. El proceso se asemeja al de un culto y experimentado historiador de arte que habilmente enfrenta la permanencia estática de lo antiguo a la diferencia dinámica de lo nuevo en el historial de la propia vida. Si bien uno mismo siempre se encuentra próximo a su propia persona, de manera simultanea también se encuentra a una gran distancia. La finalidad de este proceso es que uno mismo sea capaz de revisar y reconfigurar su andamiaje psíquico de tal manera que logre convertirse en una persona mas completa y humana.

Este marco, caracterizado por lo que se conoce como una interacción cuya base descansa sobre una separación íntima, permite establecer una relación persona-observador de tipo muy distante, pero a la vez muy próxima. Una relación de máxima proximidad y máxima distancia con uno mismo que se ubica totalmente fuera del campo de la manipulación, la seducción, la mentira, y el autoengaño.

La finalidad de la introspección, en semejanza a la de la psicoterapia, no consiste en proporcionar la felicidad. En realidad otorga una especie de poder personal sobre los propios pensamientos, sentimientos, y conductas. Cuando uno se somete a una introspección o a una psicoterapia es muy posible que no logre un mayor grado de felicidad, pero si que se logre un mayor grado de competencia sobre la gestión psíquica de sus emociones y de su propia persona.

Es posible que al concluir cualquiera de los dos procesos mencionados la persona tenga más y mayores preocupaciones que cuando comenzó. No obstante sobreviene una sobrecogedora sensación de paz interior que emana de saber que uno ahora solo se preocupara por las cosas grandes y transcendentes de su vida, en vez de las pequeñas e intranscendentes. Ahí esta la diferencia.

A modo de síntesis podemos decir que todo tipo de introspección y/o psicoterapia permite que el individuo a menudo derive grandes beneficios. Si bien las distintas escuelas de ambas disciplinas enfatizan distintos aspectos de la experiencia humana, todas ellas apuntan a un fin común. Todas buscan proveer al individuo con una autentica apreciación por su pasado, una inserción en el momento presente, y la posibilidad de ejercer elecciones e incidir independientemente sobre su futuro.

Todo lo anterior, sobre una sólida base de comunicación y comprensión, permite que el individuo crezca y madure como persona, que adquiera poder sobre sí mismo, que sea capáz de reformular la calidad de su autoconcepto, y en consecuencia que sea capáz de establecer un proyecto de vida coherente y competente.

Como he sugerido anteriormente, la paz interior es un derivado directo de la cantidad y calidad de integridad que posea el individuo. Por integridad me refiero a capacidad de la persona para zambullirse dentro de sí mismo y bucear en su interior con el fin de conocerse a sí mismo tal cual es. Tal proceso pondrá en evidencia todo lo bueno, y muy especialmente lo malo, que reside en el interior de su persona. El obligado siguiente paso será asimilar y aceptar aquello con lo que se encuentra.

Volviendo momentáneamente al misterioso personaje de La Sombra y sus extraordinarios atributos psíquicos para distorsionar la realidad, el conocido psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961) atribuye la esencia del mal que reside en el ser humano a la negación de enfrentarse a su propia y escurridiza sombra.

Jung definió a la sombra humana como esa parte de nosotros que contiene los rasgos negativos que no deseamos ver ni reconocer. Rasgos que constantemente intentamos esconder no solo de nosotros mismos si no también de los demás, y que metafóricamente hablando, barremos debajo del umbral de nuestra mente consciente. 

El proceso de barrido suele ser sumamente eficaz ya que de todos los múltiples mecanismos de defensa del yo conocidos, solo la supresión permanece a nivel consciente. El resto de los mecanismos son inconscientes, y tienden a disfrazarse y camuflarse en las esquinas oscuras y las sombras de la mente inconsciente con la misma eficacia y habilidad que lo hacia el personaje de La Sombra.

La sombra de Jung, a igual que el personaje de La Sombra representa algo muy elusivo y de difícil definición. Lo es porque se ubica fuera de nuestra mente consciente y en las oscuras profundidades de la mente inconsciente. La sombra de Jung, metafóricamente hablando, y en semejanza al fantástico personaje de cómics, cuenta con un amplio arsenal de mecanismos para evadir la acción directa de la consciencia sobre su contenido inconsciente. De esta manera la mente inconsciente es capaz de implementar un proceso de camuflaje e ilusión semejante a la umbrakinesis. Todo ello para despistarnos y confundirnos respecto a nuestra autentica naturaleza. Es por esto que cuando una persona pretende hablarnos con honestidad y propiedad sobre si mismo, y respecto a todo lo que dice: evidentemente, evidente miente.

Según Jung, la negación consciente e inconsciente a enfrentarnos a nuestra propia sombra también implica una negación a querer lograr un autentico contacto con los aspectos mas íntimos de nosotros mismos. Como sujetos humanos imperfectos que somos, todos albergamos ciertos componentes negativos de la sombra de Jung en nuestro interior. Pero también los grupos, las etnias, y los países poseen su propia sombra colectiva.

Sea en el orden individual o en el colectivo, y para conocernos a nosotros mismos de verdad, debemos estar dispuestos a enfrentarnos y tratar con nuestra sombra directamente, sin intermediarios, cara a cara, asumiendo su existencia, reconociendo sus fallos, y asumiendo su contenido plenamente.

Ahora bien, como no existe nada que justifique la violencia activa o pasiva: ¿Qué tiene que ver todo esto con la violencia y el conflicto mencionado anteriormente, elementos contra los cuales luchó el personaje de La Sombra? La respuesta es: !TODO!

La historia de la humanidad ha demostrado que los conflictos intrapsiquicos, la auto y la heteroagresion, y los conflictos armados entre países tienden a ser instigados, causados, y comenzados por individuos y/o grupos que fallan gravemente en el desarrollo y ejercicio de su propia integridad. La mayoría son personas que se encuentran gravemente disociadas de sí mismas, fundamentalmente porque estan totalmente fuera de contacto con su propia sombra.

Así llegamos nuevamente al concepto central de este artículo: que el bien y el mal no son extrínsecos. Solo adentrándonos y reconociendo la presencia del mal en nuestro interior seremos capaces de obrar a favor del bien; y solo adentrándonos y reconociendo la presencia del bien en nuestro interior seremos capaces de obrar en contra del mal. Esa es, sin duda alguna, la filosofía conceptual central que guia las acciones del popular personaje de cómics conocido como … La Sombra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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