El termino “dignidad” proviene del latín “dignitas” que significa cualidad de lo que conviene y, que, por lo tanto, merece ser respetado. Corresponde al carácter o cualidad del que es digno, es decir, como conviene, y que, por consiguiente, merece aprobación y respeto.
El extraordinario e histórico cuadro que encabeza este articulo se denomina “La Rendición de Breda,” pero también es conocido como “Las Lanzas.” Fue pintado por el artista español Diego Velázquez (1599-1660) entre los años 1634 y 1635 y, desde el año 1819, se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. Para ser comprendido en su debida profundidad, el componente moral representado en el cuadro requiere una breve explicación.
En el año 1590, la estratégica ciudad de Breda fue tomada por fuerzas militares holandeses. Cuando el rey de España Felipe IV subió al trono, y después de unos años de tregua, en 1621 la guerra con Holanda se reanudó. La intención de Felipe IV era recuperar la ciudad de Breda ya que de gran importancia para lograr otras conquistas en el área.
Felipe IV nombró jefe supremo de la expedición a la ciudad de Breda al mejor estratega de aquella época, el aristócrata genovés Ambrosio de Spínola (1569-1630). Este experimentado señor se puso al mando de cuarenta mil hombres incluyendo a un importante número de generales españoles.
Ambrosio de Spínola fue un aristócrata genovés al servicio de la Monarquía Hispánica como general español, capitán general de Flandes durante la Guerra de los Ochenta Años, y honrado como caballero de la Orden de Santiago y del Toisón de Oro.
En esos momentos la ciudad de Breda se encontraba defendida por Justino de Nassau (1559-1631). Justino de Nassau fue hijo de Guillermo de Orange, (1533- 1584) estatúder de las Provincias Unidas de los Países Bajos.
El termino “statúder” significa “lugarteniente.” En su momento fue un cargo político de los Países Bajos que recaía en nobles que representaban a las provincias neerlandesas. No obstante, el cargo desapareció en el año 1815, al transformarse los Países Bajos en una monarquía hereditaria.
Su padre le reconoció como propio, criándole junto a los hijos habidos de otros matrimonios. Estudió en Leiden y fue nombrado teniente coronel en 1583. Las crónicas de la época cuentan que la defensa de Breda llegó a ser heroica, pero la guarnición eventualmente tuvo que rendirse ante las tropas comandadas por Spínola y levantar la bandera. Justino de Nassau capituló el 5 de junio de 1625.
Fue una capitulación que el ejército español reconoció como tal, admirando en su enemigo el espíritu combativo y la valentía de los asediados. Por estas razones permitió que la guarnición saliera formada en orden militar con sus banderas al frente. Los generales españoles dieron la orden de que los vencidos fueran rigurosamente respetados y tratados con la mayor dignidad. Sin duda alguna el termino clave de este singular evento, así como el texto y el contexto del cuadro de Velázquez, es la “dignidad.”
El termino “dignidad” proviene del latín “dignitas” que significa cualidad de lo que conviene y, que, por lo tanto, merece ser respetado. Corresponde al carácter o cualidad del que es digno, es decir, como conviene, y que, por consiguiente, merece aprobación y respeto. Por otro lado, la dignidad es el carácter de lo que tiene valor de fin incondicional en si, y no solamente del medio condicional.
El significado del termino es de tal valor ético que virtualmente toda la moral humana depende de un único principio: “el respeto, de forma igual y reciproco, ante la dignidad humana, en presencia de cualquier situación o contexto.”
Las crónicas históricas describen también el momento en que el general español Spínola esperaba fuera de las fortificaciones al general neerlandés Nassau. La entrevista fue un acto de cortesía, y el enemigo fue tratado con caballerosidad, dignidad, y sin humillación. Ese fue el preciso momento histórico elegido por Diego Velázquez para configurar tanto el texto como el contexto de su famoso cuadro “La Rendición de Breda.”
Velázquez desarrolla el tema de forma real y directa, y sin vanagloria ni sangre. Los dos protagonistas se encuentran en el centro de la escena y dan la apariencia de estar dialogando mas como amigos que como enemigos en guerra. Fijándonos detenidamente, el holandés Justino de Nassau aparece con las llaves de la ciudad de Breda en la mano y hace ademán de arrodillarse, lo cual es impedido por el español Spínola, quien respetuosamente coloca una mano sobre su hombro, conservando así la dignidad del hombre vencido, y le impide humillarse.
En resumidas cuentas, el cuadro simboliza la rendición digna y honrosa de los combatientes holandeses que defendían la ciudad de Breda.
Pues bien, avanzando varios cientos de años hacia el futuro – a los años 1960 y 1970 para ser exactos - recuerdo con gran nostalgia como, después de cada uno de los tantos partidos jugados de futbol americano o béisbol a lo largo de mi larga carrera como deportista de elite en los EE. UU., todos los miembros de ambos equipos siempre nos dábamos la mano y nos decíamos “nice game,” o sea, “buen partido.” De esta manera, los vencedores siempre compartíamos nuestra dignidad con los vencidos, y viceversa.
Gracias a ese simple y obligado ritual ambos equipos demostrábamos un sincero y mutuo respeto, y salíamos de la cancha de juego con una mirada orgullosa, una profunda sensación de dignidad, y sabiendo que lo habíamos dado todo con el fin de intentar vencer mediante un juego limpio y honesto.
Para definir este tipo de mutuo reconocimiento y respeto, existe un termino anglosajón conocido como “saving-face,” que en español se traduce como “salvar la cara.” En realidad, el termino se refiere al acto de salvar las apariencias y evitar la humillación ante una derrota, sea cual sea la situación y/o el contexto.
Por “salvar la cara” entendemos realizar un sincero esfuerzo para amortiguar o neutralizar los efectos negativos de dos procesos que tienen mucho que ver con la perdida de la dignidad y la autoestima: 1.- que la persona no pierda el respeto hacia si mismo; y 2.- que los demás no le pierdan el respeto. Se le salva la cara a la otra persona cuando permitimos que conserve su auto respeto y dignidad.
Ahondando mas en el tema, el hecho de salvar la cara corresponde a una acción humana altamente empática y madura. Una acción que intenta disminuir la vergüenza propia y/o ajena, o hacer que uno se vea mejor, en una situación en la que se siente avergonzado o en la que se le ha hecho quedar mal. En tal caso, cuando alguien salva la cara, su finalidad es hacer algo para que el mismo, así como los demás, continúen respetando su valor y su reputación
El termino “salvar cara” también proviene de una expresión china referente al hecho de mantener una expresión tranquila y lograr evitar la desgracia de tener que revelar las propias y frágiles emociones ante un acto considerado deshonorable. En psicología corresponde a un acto en el que uno intenta mantener su dignidad, como reparar un error social, o compensar una mala impresión que ha causado. La conducta de intentar guardar las apariencias corresponde a un aspecto de la gestión de la impresión.
En otras ocasiones, sin embargo, como a menudo suele ocurrir en la política, la apariencia de ganar – y no tanto la evidencia de ganar - determina la sustancia real de la victoria. En tales casos, salvar la cara suele ser algo mucho más difícil. Sin embargo, el perdedor puede cambiar su posición para parecer que está de acuerdo con la cuestión perdida, pero ferozmente insiste en que estaba luchando por ulteriores motivos.
En muchas situaciones las apariencias de una situación y/o contextos determinados se encuentran tan estrechamente entremezcladas con la realidad que el hecho de intentar salvar la cara se convierte en mucho más que una simple operación cosmética para conservar la dignidad y el orgullo propio.
Los bulos, las distorsiones, y las mentiras que circulan hoy en día causan que sea imposible distinguir entre lo aparente y lo evidente. Pero el cuadro realizado por Velázquez no miente. De hecho, expresa la pura verdad.
Por el momento, y para recuperar “algo” de esa verdad y autenticidad perdida, es preferible darse una vuelta por el Museo del Prado de Madrid un Domingo por la tarde, y tranquilamente contemplar el significado del cuadro de Diego Velázquez.
En ese momento comprenderán como y por que el holandés Justino de Nassau y el español Spínola eligieron expresarse respeto mutuo, honorabilidad mutua, y dignidad mutua en un contexto altamente coflictivo donde reinaba la máxima adversidad.
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