El narcisismo es una afección mental en la cual una persona tiene un sentido exagerado de si mismo, una preocupación extrema y altamente distorsionada de su valor y capacidades, y una falta de empatía por otras personas.
Una madre es una mujer que ha concebido o ha dado a luz (parido) uno o más hijos. El amor maternal humano es representado por un vínculo emocional profundo y natural entre una madre y su hijo, elemento esencial para el desarrollo saludable del niño o la niña.
Tal amor suele caracterizarse por la protección, el cuidado, y el afecto incondicional que la madre ofrece a su hijo a partir del nacimiento. Este tipo de amor maternal no solo nutre el cuerpo del bebé, sino también su mente y sus emociones, influyendo en su desarrollo a lo largo de toda su vida.
Por otro lado, el narcisismo es una afección mental en la cual una persona tiene un sentido exagerado de si mismo, una preocupación extrema y altamente distorsionada de su valor y capacidades, y una total falta de empatía por otras personas.
El narcisismo consiste en tener un aire de superioridad distorsionado e irrazonable, así como demostrar una necesidad constante de la admiración de los demás. Tales personas piensan, siente, y se comportan como si mereciesen tener privilegios especiales y recibir un trato altamente deferente. Todos ellos esperan que su superioridad sea reconocida de forma total e inmediata, incluso en total ausencia de hechos y/o documentos que lo avalen.
Según el DSM 5 el trastorno narcisista de la personalidad pertenece al grupo B (dramáticos, emocionales, o erráticos) y consiste en un patrón general de grandiosidad, una necesidad de admiración, y una falta de empatía, que comienza en la juventud y al principio de la edad adulta, y pudiendo manifestarse en diversos contextos.
Para el diagnostico de trastorno de personalidad narcisista es necesario que estén claramente presentes cinco o más de los siguientes ítems: 1.- manifiesta sentimientos de grandeza y prepotencia (exagera sus logros y talentos, y espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos); 2.- esta absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza, o amores ideales ilimitados; 3.- cree ser especial y único, y que sólo puede relacionarse y ser comprendido por otras personas o instituciones especiales o de alto estatus; 4.- tiene necesidad excesiva de ser admirado por los demás; 5.- muestra un sentimiento de privilegio, a modo de expectativas no razonables de trato especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas; 6.- tiende a explotar las relaciones interpersonales, aprovechándose de los demás para sus propios fines; 7.- carece de empatía y no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás; 8.- manifiesta envidia hacia los demás o cree que éstos le envidian a él; y 9.- se comporta con actitudes arrogantes, altaneras, y de superioridad – con condescendencia y desprecio hacia los demás.
Existen dos preguntas clave para identificar a un narcisista: 1. ¿se siente excesivamente frustrado y enojado cuando los demás no cumplen con sus órdenes y/o expectativas? (la respuesta será un rotundo SÍ); y 2. ¿me podría hablar sobre el contenido de su curriculum vitae y definir cuáles son sus futuros proyectos y ambiciones? (la respuesta será irreal y de proporciones inalcanzables).
Existen ocho conductas claves que sirven para identificar al narcisista: 1.- la persona parece arrogante, altanera, y excesivamente crítica e incrédula de las credenciales y/o experiencias de otras personas; 2.- la persona interactúa mediante constantes quejas y defensas respecto a la manera injusta e irrespetuosa con la cual los demás lo valoran y/o tratan; 3.- la persona alberga una opinión egocéntrica y altamente distorsionada respecto a su nivel de perfección, y describe un futuro personal utópico e inalcanzable; 4.- la persona posee múltiples pensamientos obsesivos relacionados con fantasías de éxito, prestigio, y poder ilimitado, incomparable brillantez, exagerada grandiosidad, incomparable belleza, o perfectas relaciones de pareja; 5.- la persona siente que nadie le comprende y que tiene serias dificultades para dar con una persona tan perfecta como él con la cual compartir su vida; 6.- la persona escucha pero no presta atención ni toma en consideración las opiniones y creencias de los demás; 7.- la persona es, dogmática, autoritaria, e interpersonalmente explotadora, y exige que los demás hagan lo que él dice sin cuestionar ni dudar de su palabra; 8.- la persona a menudo envidia a los demás profundamente, que el mismo es muy envidiable, y que carece de empatía y capacidad de manifestar amor hasta el punto de negarse a reconocer y/o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
Por todo lo visto, los individuos narcisistas poseen un sentido exagerado de su autoimportancia, a menudo exhibiendo comportamientos típicamente engreídos y jactanciosos, a la vez que distorsionan y sobreestiman seriamente sus habilidades y logros. En las relaciones amorosas demuestran un compromiso limitado y condicionado, evitan compromisos serios y profundos con la persona amada, y tienden a mentir y engañar de forma reiterada. Tales personas pueden ser infieles, buscando admiración y atención fuera de la relación.
Lo que se conoce como narcisismo materno se refiere al comportamiento de las madres que exhiben las características de un trastorno narcisista de la personalidad tal cual lo hemos descrito. Tales madres exageran su propia importancia a expensas del valor e importancia de sus hijas, resultando en una carencia de empatía, proximidad, amor, y protección hacia las niñas. La madre narcisista tiende a fomentar los conflictos entre sus hijos para mantener el control y su posición de superioridad. Cabe aclarar que el carácter destructivo del narcisismo materno y/o paterno también puede dirigirse hacia un hijo varón.
Las madres narcisistas, por definición, no ven a sus hijas como seres humanos distintos a ellas, sino como extensiones de ellas mismas. De esta manera compiten feroz y despiadadamente con ellas buscando reflejar su propia imagen idealizada en ellas para manipularlas y degradar su autovalor y autoestima. Todo ello con el único fin de satisfacer sus propias necesidades egocéntricas de vacío interno e inseguridad en lugar de fomentar el desarrollo y la maduración individual de sus hijas como mujeres con valor y autoestima.
Las madres narcisistas también adoctrinan y enseñan a sus hijas que el amor no es en absoluto incondicional, es más, que tal amor es de caracter condicional, y que solo lo manifiesta cuando se comportan de acuerdo con las expectativas y caprichos maternos. Tales madres no emiten ningún tipo de afecto hacia sus hijas a menos que la niña esté dispuesta a ser su más fiel discípula.
De adultas, tales hijas manifiestan serias dificultades para superar sentimientos de incompetencia, decepción, vacío emocional, nerviosismo, ira, y tristeza. También pueden tener miedo al abandono, lo que les lleva a formar relaciones románticas poco saludables, sensaciones de vacío interior, así como tendencia a la duda, el perfeccionismo, la indecisión, las obsesiones, la autocrítica, el autosabotaje, y la frustración.
El resultado final de este duro y lento proceso materno de destrucción psicológica es una niña o mujer incapaz de sentirse valorada, incapaz de eliminar las dudas sobre su propia autonomía e independencia moral e intelectual, y dudar seriamente de la palabra de cualquier persona que le diga que la valora y ama. Cabe aclarar que el proceso psicológico/psiquiátrico de recuperación de estas mujeres suele ser lento y prolongado.
Suelen existir terapias específicas y efectivas para ayudar a las hijas abusadas a superar las múltiples heridas emocionales infligidas por sus madres narcisistas. Tales heridas tienen en común los constantes sentimientos de rechazo y abuso creados en lo más profundo de su psique. Tales madres, en muchos casos, son literalmente incapaces de amar a sus hijas.
Las sesiones de psicoterapia procedentes idealmente deben consistir en lograr establecer una serie de límites claros y concisos en la relación madre e hija, enseñar a la hija a negociar sin discutir para lograr una mejor y mutuamente respetuosa relación con su madre, valorarse más, e intentar ser más positiva y asertiva en su vida diaria. Todo ello para mitigar y/o eliminar los comportamientos tóxicos de las madres narcisistas y emocionalmente abusivas.
El proceso debe comenzar por definir con exactitud lo que realmente le sucede a la madre en términos psiquiátricos, conociendo a fondo el significado y el alcance de un trastorno de personalidad narcisista. Solo comprendiendo y aceptando tal concepto habilita a la hija para valorar y aceptar objetivamente el proceso nosológico que sufre la madre narcisista como una clara y bien definida patología mental que, a modo de una típica apendicitis o gastroenteritis, se ubica totalmente fuera de la esfera de volición consciente de la madre narcisista.
Este tipo de terapia es crucial para las hijas de madres narcisistas para procesar el impacto emocional recibido, desarrollar límites, y construir una identidad y filosofía de vida propia. En estos casos, la psicoterapia bien aplicada puede ayudar a sanar heridas emocionales, validar los sentimientos y experiencias que han sido sistemáticamente invalidadas, y desarrollar estrategias racionales y maduras para adaptarse e intentar sanar la relación con la madre narcisist
Por lo tanto, el proceso de psicoterapia cognitivo conductual y existencial aplicado debe ser de naturaleza regular y prolongado, así como abarcar e intentar reparar tanto la psique de la hija abusada como la de la madre narcisista. En esencia, se debe asistir a la hija a superar el grave y profundo daño emocional infligido por la madre narcisista que la crio. Es fundamental que la hija recupere el control sobre su vida y que viva el tipo de vida que realmente desea vivir.
El terapeuta debe tener en cuenta que todas estas hijas son sometidas a años de crítica destructivas, discusiones defensivas frecuentes e interminables, enfrentamientos provocados por la envidia hacia la hija, descalificaciones e insultos de toda clase y tipo, reiteradas críticas y acusaciones de competencia y minusvalía, inversión negativa y morbosa de los roles entre madre e hija, control constante y asfixiante, y una enorme falta de calor humano y amor en conjunción con frialdad y negligencia emocional.
De esta manera, las mujeres criadas por madres narcisistas que no saben cómo amar a sus hijas – y quizás a nadie - sufren serios trastornos psiquiátricos a modo de ansiedad generalizada, depresión mayor, ciclotimia, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva, problemas en la relación de pareja, falta de confianza en ellas mismas y en los demás, baja autoestima, e ira y agresividad excesiva … entre otros.
Tales mujeres constantemente se preguntan a ellas mismas si llegara el día en el cual logren merecer y obtener la aprobación existencial autentica y duradera por parte de sus respectivas madres. La experiencia y la estadística han demostrado que la respuesta a esta pregunta, en múltiples ocasiones, no es nada fácil de obtener.
Finalmente, el tratamiento psicoterapéutico no solo debe estar enfocado sobre la psique de las hijas y también la de sus respectivas madres narcisistas, sino incluso en la posibilidad de cortar o detener la cadena o ciclo de continuo abuso y destrucción emocional respecto a los hijos pertenecientes a generaciones futuras. Por lo contrario, el proceso degenerativo y morboso continuara deslizándose de madre a hija, a modo de una cascada de agua, de generación en generación … ad infinitum.
Si bien la típica persona narcisista tiende a ser reacia y despreciativa hacia la figura del terapeuta y el proceso psicoterapéutico, se debe intentar. Las posibilidades de éxito, no obstante, son reservadas. Lo ideal consiste en convocar una reunión familiar con todos los miembros significantes de la familia presente: hija, hermanos, madre, padre, y abuelos maternos y paternos, intentando evitar que alguien “rescate” al narcisista e incumpla las indicaciones terapéuticas.
Farmacológicamente no existen indicaciones claras, pero en ciertos casos pueden ser útiles los antidepresivos y los estabilizadores del ánimo. En términos psicoterapéuticos se puede recurrir a la terapia individual o de grupo, recordando que las personas narcisistas raramente poseen suficiente introspección y maduración para acudir a tales sesiones y tomar plena conciencia de su comportamiento mal adaptativo.
Los narcisistas suelen ser pacientes crónicos, problemáticos, y de difícil trato. Se imbrican en competencias y conflictos de superioridad y poder con el terapeuta o otros miembros del grupo, intentando aparentar ser superior y/o más listo o fuerte que los demás. Si acuden a terapia suele ser porque han recibido un duro golpe a su frágil e hipertrofiado ego que ha causado considerable daño a su orgullo y autoestima.
La finalidad de la terapia consiste en establecer una relación madura entre el terapeuta y el paciente. Una relación que característicamente cariñosa, consistente, y autentica en la cual el narcisista logre comprender y establecer cierta introspección relativa a sus dificultades, así como desarrollar valoraciones más reales respecto a ellos mismos y los demás.
Nos referimos a valoraciones que no estén directamente relacionadas con la auto o hetero valoración. Tales valoraciones por parte del narcisista suelen ser altamente polarizantes ya que se desplazan a lo largo y ancho de un espectro que va de la perfección a la inutilidad.
A pesar de la terapia, es posible que el funcionamiento personal y profesional de estos pacientes se mantenga debajo de lo esperado o normal. Esto sucede porque el narcisista en realidad se siente inferior y no desea arriesgarse en situaciones competitivas por temor a fracasar y tener que enfrentar la cruda realidad de su existencia.
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