Hedy Lamarr (1914-2000)
"La soledad de la mujer bella e inteligente."
Como médico especialista en cirugía plástica, reconstructiva, y estética por la vía MIR me resulta natural afirmar que una mujer bella es ni más ni menos que una mujer impactante y atractiva. Pero una mujer bella dotada de una mente brillante, creativa, y culta es una combinación letal que asusta e intimida enormemente a la gran mayoría de los miembros del sexo masculino.
Lamentablemente, tal letalidad, aplicada en el buen sentido de la palabra, no solo es aplicable a la constante admiración de los demás hombres y mujeres que contemplan su belleza, sino también a las reacciones de la propia mujer para con ella misma. Acciones y reacciones potencialmente negativas que, a modo de flechas bien talladas y dañinas, se dirigen hacia el núcleo de su propio corazón.
Por ejemplo, la conocida actriz de Hollywood Hedy Lamarr (Hedwig Eva María Kiesler / 1914-2000) fue considerada la mujer más bella del mundo en el año 1940. Su deslumbrante belleza y dotes artísticos se pueden apreciar cuando trabajo junto a Víctor Mature (1913-1999) en la famosa película Sansón y Dalila, estrenada en el año 1949. La película fue producida y dirigida por Cecil B. DeMille (1881-1959).
No obstante, el alcance de la brillante y creativa mente de la actriz no acababa en los confines de los estudios cinematográficos de Los Ángeles. De hecho, también fue matemática e inventora del espectro ensanchado por salto de frecuencia, una tecnología actualmente utilizada para los sistemas Bluetooth y Wifi. Su belleza e inteligente mirada se pueden apreciar en la foto que encabeza este artículo.
El espectro ensanchado por salto de frecuencia (Frequency Hopping Spread Spectrum o FHSS) consiste en una técnica de modulación en espectro ensanchado en el que la señal se emite sobre una serie de radiofrecuencias aparentemente aleatorias, saltando de frecuencia en frecuencia sincrónicamente con el transmisor. De esta manera, los receptores no autorizados escucharán una señal virtualmente ininteligible. Si se intentara interceptar tal señal, solo se lograría acceder a unos pocos bits de información.
En síntesis, una transmisión en espectro ensanchado ofrece tres ventajas principales y una desventaja: 1.- son altamente resistentes al ruido y a la interferencia; 2.- son difíciles de interceptar ya que sonaría como un ruido de corta duración, o bien como un incremento en el ruido en cualquier receptor, excepto para el que esté usando la secuencia que fue usada por el transmisor; y 3.- son capaces de compartir una banda de frecuencia con muchos tipos de transmisiones convencionales con mínima interferencia; y 4.- la principal desventaja consiste en su reducido o estrecho ancho de banda.
Como suele sucederles a muchas de las mentes altamente inteligentes, la idea original de Hedy Lamarr fue ignorada durante años, e incluso otros oportunistas y ventajistas la plagiaron y se atribuyeron el mérito de tan notable avance tecnológico. Hedy, siendo tan bella y tan inteligente como era, no acudía a las típicas fiestas y reuniones de la farándula cinematográfica de Los Ángeles donde el todo el mundo la contemplaba y escrutinizaba de modo incesante y penetrante, y donde el dialogo era superficial, insipido, e incluso insulso.
Por todo ello, a Hedy le agradaba mucho más permanecer en la soledad de su propia compañía, dedicándose a generar nuevas ideas relacionadas con avances tecnológicos punta. Debido a tal, Hedy pasó gran parte de su vida en un estado de profunda soledad existencial, así como deseando que los demás se fijaran más en su brillante inteligencia en lugar de su deslumbrante belleza.
Por todo ello, la combinación de una extraordinaria belleza íntimamente acompañada de una extraordinaria inteligencia, representaba para Hedy, a igual que para muchas otras mujeres en semejantes condiciones, una desventaja decisiva a la hora de tratar con los demás e incluso para compartir su vida en pareja.
Ahora bien, ¿porque estamos tratando este tema en particular? La respuesta es muy sencilla y directa. Durante muchos años tuve el altísimo honor de colaborar con el Profesor Ulrich Hinderer. El Dr. Hinderer fue mi mentor y supervisor en cirugía plástica estética. De hecho, fui su colaborador y asistente quirúrgico personal durante varios años en el Hospital Alemán de Madrid, el Hospital Humana Internacional de Madrid, y en la Clínica Mirasierra de Cirugia Plástica Estética.
A lo largo de ese magnifico periodo de tiempo el Dr. Hinderer y yo tuvimos la oportunidad de intervenir quirúrgicamente a un número de mujeres consideradas las más bellas del mundo … cuyos nombres, por razones de guardar el secreto médico, me resulta moralmente imposible de revelar. Algunas de ellas estaban muy bien leídas, poseían un nivel de inteligencia y una cultura general francamente admirable, y las conversaciones me servían para aprender muchas cosas de la vida que yo, como médico especialista, ignoraba por completo.
En ese mismo periodo de tiempo ya me interesaba por la psicología y la psiquiatría, y todas esas bellísimas e inteligentes mujeres les formulaba una serie de preguntas interesantes: ¿cómo era su vida?, ¿cómo se sentían con ellas mismas?, ¿cómo se llevaban con los hombres?, ¿cómo eran tratadas por los hombres?, ¿si se sentían plenamente realizadas?, y ¿si eran felices siendo mujeres tan bellas e inteligentes a los ojos de los demás?
La respuesta que obtuve de casi todas y cada una de ellas fue sorprendentemente similar y homogénea: “aunque no lo crea, doctor, soy una mujer totalmente sola,” y “me siento como si estuviese viviendo en la mayor oscuridad imaginable, con un enorme megáfono en mis manos, aclamando a los cuatro vientos: ¿hay alguien ahí que me pueda proporcionar proximidad, cariño, valor, amistad, amor, comprensión, y ternura … de verdad?”
Tales respuestas me dejaban mudo, muy triste, y sin palabras. En esos momentos, y en silencio, me planteaba tres preguntas fundamentales: ¿Por qué les pasaba tal cosa?, ¿Qué tiene que ver la combinación de belleza e inteligencia con todo esto?, y finalmente ¿cuál era la auténtica y/o verdadera causa de tan horrible soledad existencial? Recuerdo haber comentado esta incógnita personalmente con el Dr. Hinderer en repetidas ocasiones, pero tanto el como yo fracasamos a la hora de dar con una respuesta adecuada. Todo ello nos llevó a indagar más en el tema con el fin de poder arrivar a una respuesta viable.
Con el tiempo decidí entablar conversaciones más profundas y personales con gran parte de mis pacientes masculinos y femeninos. Para mi sorpresa comenzaron a surgir respuestas homogéneas, una tras la otra. Todas las explicaciones se diferenciaban muy poco entre sí, y todo apuntaba a que el núcleo causante era exactamente el mismo en la gran mayoría de los casos.
Tal núcleo era que el hombre de sexo masculino se siente profundamente indefenso e intimidado ante una mujer que es, simultáneamente, bella e inteligente. Es más, se acobarda y tiende a rechazarse a sí mismo ante la posibilidad de ser rechazado por ella. Por todo ello, a muchos hombres les gusta contemplar a las mujeres bellas e inteligentes desde una distancia prudente, prefiriendo aproximarse y establecer un trato más íntimo con aquellas mujeres que no son tan agraciadas ni inteligentes. Así somos los seres humanos.
Cabe aclarar que todo lo que estoy relatando me causo una gran sorpresa. No obstante, pude comprobar su veracidad a lo largo de varios años de consultas de cirugía estética conjuntamente con el Dr. Hinderer. Francamente hablando, tal actitud representa una negra y muy lamentable franja en las relaciones casuales y de pareja entre los hombres y las mujeres, donde lo peor – en términos de ostracismo, desprecio, cancelación, ninguneo, y soledad - se lo llevan las mujeres bellas e inteligentes.
De la misma forma que hoy en día todos sufrimos una carencia de hombres y mujeres de estado de elevada clase y relevancia a nivel mundial, también existe una importante carencia de hombres bien formados, respetuosos, cultos, íntegros, tolerantes, y con palabra. Me refiero al tipo de hombre intrínsecamente responsable que cuando da la mano es como si firmara un contrato.
Hombres que han aprendido a combinar un más o menos respetable físico masculino con la inteligencia, comprensión, ternura, y humildad que les corresponde. Hombres que valoran y saben escuchara a las mujeres atentamente, que no las interrumpen en sus diálogos, y que no intentan avanzar soluciones insípidas al estilo de tiritas y aspirinas para temas que no llegan a comprender en su debida extensión y/o profundidad.
En fin, hombres que no se acobardan sistemáticamente ante la belleza y la inteligencia femenina … sino que la reconocen, la admiran, y la potencian.
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