Psicoterapia Quirurgica

Guillermo Laich
14/09/2012 18:51

Durante casi quince años, el Profesor Ulrich T. Hinderer (1924-2007) fué mi jefe y maestro de Cirugía Plástica Estética en la Clinica Mirasierra y en el Hospital Ruber Internacional de Madrid. Fue el Dr. Hinderer quien por primera vez se refirió a la Cirugía Plástica Estética como una forma de "Psicoterapia Quirúrgica." A ese gran profesor, admirado maestro, y querido amigo, va dedicado este artículo.

La historia del ser humano es la de un individuo en constante búsqueda de abastecimiento de sus necesidades vitales básicas, tanto biológicas, como fisiológicas, y psíquicas. Con el paso del tiempo, y al incrementar la calidad y complejidad del genero de vida, sus necesidades metabólicas básicas fueron igualadas, si no superadas, por la necesidad de buenas y cariñosas relaciones interhumanas con el fin de conseguir una mejor autodefinición, mayor autoestima, mayor autorespeto, y una realista y competente autoimagen corporal con la cuál afrontar y adaptarse al mundo.

Fué así como el hombre, en su lenta evolución hacia la cúspide de la pirámide biológica, fue adquiriendo una imagen de cuerpo y mente que le permitió diferenciarse de los demás seres vivientes: la auto imagen humana o bien la autoimagen.

La génesis, manutencion, y posible modificación en sentido positivo de la autoimagen es un proceso bien definido y trascendente que ejerce su influencia de manera constante y durante toda la vida sobre la personalidad y el poder adaptativo de la persona.

Es muy factible que el propio feto, ya durante su periodo de vida intrauterina, tome consciencia de su estructura anatómica así cómo de las limitaciones de sus movimientos mediante ligeras percepciones que al llegar a la corteza cerebral sufren un complejo proceso de organización y definición. De esta manera el feto es capaz de establecer y limitar un mapa tridimensional, rudimentario, pero funcional, de su propio aspecto físico y de los limites y restricciones de su capacidad de movimiento.

A partir del nacimiento y en virtud del contacto con el mundo externo, el cambio brusco de temperatura, y la mayor amplitud de movimientos, la autoimagen pasa a localizarse en la corteza cerebral y en los confines de ambos lóbulos parietales. Esto es debido a que en estas zonas actuan e interactúan múltiples vías sensoriales. La función principal de estas zonas cerebrales es la de concretar la percepción espacial y coordinar el intercambio entre el cerebro y el resto del cuerpo. A partir de ahí las sensaciones pasan a diversas zonas de la corteza cerebral, donde se integran y organizan para constituir la autoimagen corporal definitiva del individuo.

La autoimagen no es estática, y de hecho posee un carácter caracteristicamente dinámico ya que esta sujeta a constantes modificaciones según las circunstancias vivenciales de cada individuo. Tales modificaciones dependen casi exclusivamente de la interacción simultanea y sostenida que existe entre los lóbulos frontales y los parietales.

Los lóbulos frontales se imbrican en el proceso de una manera muy especial debido a su capacidad de anticipación de los hechos o bien de proyección hacia el futuro en un intento de definir mejor lo que va a ocurrir. En virtud de estas funciones, en ellos radica la generación de toda preocupación respecto a la sensacion combinada de miedo, duda, e incertidumbre que pueda producir un futuro incierto. Quizá la ansiedad sea el duro y doloroso precio que el ser humano ha de pagar por poseer la capacidad de proyectarse telescopicamente con su imaginación hacia el pasado o bien hacia el futuro, y carecer de un control adecuado respecto a su destino en la vida.

Esta habilidad telescópica de los lóbulos frontales es conocida como extrapolación y es característica de una mente simbolicamente avanzada con capacidad de recursión. Esta capacidad recursiva y extrapolativa es la que más nos distingue como sujetos humanos de las demás especies.

Se ha comprobado que la mente humana sólo puede funcionar correctamente juntando, integrando, o bien agrupando todo lo que se halla bajo su observación a modo de un patrón coherente, ordenado, y predecible. Ese "algo," sin tener en cuenta cuánto de correcto luego resulte ser, será utilizado como base conceptual para cualquier acción con proyección hacia el futuro.

No obstante, la autoimagen corporal es esencialmente una especie de representación mental, es decir, algo sumamente subjetivo y que, por lo tanto, no se superpone necesariamente con lo observable o lo objetivo. No es una fotografía que reproduce fielmente a una persona ante sí misma. Por lo general es una imagen altamente distorsionada por los pensamientos y las emociones de misma persona que la crea. Esto es un hecho de observación cotidiana, por ejemplo cuando no nos reconocemos en una fotografía o no identificamos nuestra voz en una grabadora, o cuando una persona delgada se ve gorda.

Por ejemplo, en la danza, la objetividad fría y distante de la profesora, lo que ve es un cuerpo real en movimiento, mientras que la subjetividad empatica y próxima de la bailarina hacia ella misma, imagina algo totalmente diferente. Esto último se asemeja al dicho que afirma que "el ojo, por su propia proximidad, es incapaz de verse a sí mismo sin distorsionar gravemente lo que ve." Largos años de experiencia en Cirugía Plástica Estética me han confirmado que esto es mas o menos lo que sucede con nuestra autoimagen corporal.

Por lo tanto, nuestra autoimagen corporal no es una simple abstracción, si no mas bien un concepto vivo, cambiante y real, que a su vez condiciona poderosamente la atmosfera psicológica interna y la vida de relación externa de la persona. A menudo actúa a modo de un timón perceptual y conceptual que nos puede guiar hacia el triunfo o al fracaso.

Algunos autores definen la autoimagen corporal como la percepción o representación mental del propio cuerpo que un individuo posee en un momento determinado. El proceso se asemeja a una visión panorámica del propio cuerpo, según lo que perciba la mente. Dichos autores destacan que la autoimagen no suele ser un concepto de carácter estático, sino mas bien fluctuante y dinámico, incluso con múltiples variaciones a lo largo de un mismo día. Esta variabilidad, influye sobre múltiples procesos psicológicos que, a su vez, condicionan la actitud y la confianza del individuo ante la vida y ante sí mismo. Su rendimiento global, tanto personal como profesional, depende de ella.

Otros autores van mas allá y afinan aún mas este concepto, definiendo la autoimagen como un esquema mental tridimensional del propio cuerpo en el cual se consideran simultáneamente factores interpersonales, temporales, y del medio ambiente. Tal definición implica la constante influencia de elementos externos al individuo para la determinación de su autoimagen. De esta manera, la autoimagen incluye no solo lo que uno piensa de si mismo, sino también lo que otros piensan, opinan y dicen sobre uno, así como sus acciones y reacciones.

Además de este concepto debemos señalar que la manera en que un individuo organiza sus sentimientos subjetivos respecto a su cuerpo suele convertirse en el elemento más importante para su propio sistema de interpretación, evaluación, y adaptación al mundo interior y exterior.

Podemos deducir que la autoimagen es un concepto muy personal y propio respecto al tipo de persona que somos en un momento dado. Corresponde a un concepto complejo, dinámico, y cambiante según las circunstancias. Pero recordemos que toda imagen es siempre un reflejo alterado por las características de la superficie que la refleja. Esto se debe a que el ser humano suele comunicarse consigo mismo utilizando un aún mal definido y mal comprendido sistema de comunicación interno.

El sistema de comunicación interno emplea un lenguaje y un sentido muy distinto al que se emplea para comunicarse con los demás. Por este motivo, muchas veces el reflejo de nosotros mismos que nos proporcionan los demás vale más que el nuestro propio – esencialmente por el factor “óptico” de la mente humana que mencionamos anteriormente. Este factor es el responsable de que a corta distancia no seamos capaces de enfocar correctamente y determinar objetivamente quienes somos de verdad. Precisamos mayor distancia y un reflejo humano externo para vernos con mayor claridad. Lo mismo que para apreciar un cuadro impresionista.

Así, de esta manera tan compleja y sencilla a la vez, en la autoimagen se integra el reflejo de lo que el individuo aprecia en la mente de los que lo rodean, mas que lo que se refleja en su propia mente. Por lo tanto, en cada encuentro existirán, por lo menos, dos imágenes en cada individuo: lo que una persona piensa de si mismo, y lo que piensa que el otro piensa de el – y viceversa para la otra persona. Es así como gran parte de la satisfacción que uno siente hacia su propia autoimagen corporal suele ser el reflejo – a menudo gravemente distorsionado – de las opiniones y actitudes de quienes nos rodean.

Mientras la autoimagen de un individuo permanezca intacta y segura, el portador no se sentirá inferior o amenazado y, por lo tanto disfrutara de una sensación de seguridad, plenitud, y bienestar. En caso contrario reinara la ansiedad, la inseguridad, la soledad, y la infelicidad.

La autoimagen corporal constituye uno de los ejes centrales de autoconcepción y actuación de un individuo, y como hemos dicho antes, de ella dependen muchos de los factores relacionados con su confianza, éxitos, o fracasos.

En el periodo involutivo, relacionado en la mujer con la menopausia, al final de la fertilidad, y en el hombre con la andropausia, nuevamente se concentran diversas crisis que pueden afectar de forma intensa la autoestima. Destacan los temores por la situación financiera futura, una posible dependencia de otros por el estado de salud, por posibles cambios profesionales, y por cambios en la vida familiar. Por todo esto, ha sido comprobado que un cambio positivo de la imagen corporal mediante cirugía estética puede mejorar la autoestima necesaria para una mejor competitividad en la vida afectiva, social, o profesional.

La finalidad de la cirugía plástica estética, realizada bajo la dirección y supervisión de un cirujano plástico cualificado y calificado, no solo es un proceso mediante el cual se embellece al individuo, si no tambien un proceso de psicoterapia quirúrgica que proporciona a la persona una autoimagen mas adecuada y positiva de si mismo y, por lo tanto, una mayor felicidad y calidad de vida.

De esta manera, y como haciamos el Dr. Hinderer y yo en inumerables ocasiones, a la vez que realizabamos un "lifting facial" tambien produciamos simultaneamente un "lifting emocional." Fue de esta manera como me interese cada vez mas por la psiquiatria clinica en relacion a la cirugia plastica, culminando en la autoria, en conjuncion con el Dr. Ulrich Hinderer, del capitulo: "Aspectos Psicologicos y Psiquiatricos en Cirugia Plastica," que aparece en el Texto de Cirugia Plastica, Reconstructiva, y Estetica (Felipe Coiffman, editor), primera y segunda edicion - Salvat Editores.
 

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