De Deportista a Artista

Guillermo Laich
25/02/2018 12:34

"Un monje Zen dijo una vez que los occidentales eran personas poco inteligentes ... ya que solo pensaban con la cabeza ..."        

Guillermo Laich, 7º Dan 

 

¿Es el deporte un arte, el deportista un artista, una combinación de ambos, o nada de eso? Sin duda alguna, la mejor respuesta a esta pregunta la dio el pintor y escultor español Pablo Ruiz Picasso (1881-1973). Cuando a Picasso le preguntaban: “¿qué es el arte?,” respondía con brevedad y certeza: “¿qué no lo es?” Por lo tanto todos los deportistas son artistas ya que al hacer deporte se intuye una sensación de libertad y de estar en el camino correcto.

El movimiento no miente, y es precisamente el arte inherente al movimiento lo que la danza, la música, o la pintura es para otros. La expresión artística del deporte, sea cual sea, y no la danza, la música, o la pintura, es lo que proporciona al deportista una profunda sensación de armonía y complicidad que cabalga con soltura y dominio entre sus pensamientos, sentimientos, comportamientos.

 
Según el filosofo, poeta, e historiador ingles Sir Herbert Edward Read (1893-1968): “el arte es una huida del caos, un movimiento ordenado, la materia y el tiempo en busca del autentico ritmo y flujo en la vida.” Seguramente, cuando Read escribió tales líneas, es muy probable que haya estado pensando en las actividades de varios deportistas. No obstante, basta que un artista escoja un asunto para que este deje de pertenecer a la naturaleza.
 
Ahora bien: ¿existe alguna actividad que supere al deporte para huir del caos y el estrés de las obligaciones y presiones cotidianas, y establecer una intima relación de orden y flujo natural con la esencia de la vida? ¿Dónde mas es posible hallar una expresión humana mas pura de instintos e intuiciones a medida que trascurre el tiempo? ¿Dónde y cómo se podría definir con mayor exactitud la constante motivación y el deseo de superación? ¿Dónde mas buscar el ritmo fundamental de la vida y escuchar el dialogo musical del propio cuerpo y alma? Las almas repudian todo encierro. La verdad de ninguna cosa tiene verguenza sino de estar escondida.
 
El filosofo griego Heráclito de Efeso (535 a.C.- 475 a.C.), por su parte, estimaba que el hombre debe alejarse de todo para alcanzar la verdad, con la única ayuda de su cuerpo, mente, y alma. Al convertir el cuerpo en alma, y el alma en cuerpo, practicar deporte acaba siendo una experiencia intima y personal que se satisface y enriquece a si misma. Un artista que copia la realidad es bueno, pero uno que sea capaz de inventar la realidad es mucho mejor. Y no, no existe contradiccion alguna en estas palabras, simplemente pregunten a William Shakespear.
 
Hace años un relevante artista dijo que: “necesitaba horas y horas para pensar sobre lo que había leído, para luego sintetizarlo y permanecer en soledad escuchando sus sentimientos y visualizando con claridad la esencia de lo que deseaba expresar; y que, además, el tiempo invertido en dibujar y pintar sobre el lienzo virtualmente carecía de importancia comparado con la preliminar preparación e integración interna.” Metafóricamente hablando, es así como el artista introduce su pincel en los contenidos de su corazón antes de llevarlo al lienzo en forma de una obra de arte. Por lo general, donde puede existir la metafora, tambien puede existir el arte.
 
La diferencia radica en que el deportista se halla enfrentado perpetuamente y de cara ante su lienzo, el universo neutro sobre el cual desplegara el sentido  contenido de su alma. Siempre estará dispuesto a realizar nuevas incursiones en las profundidades de su propio cuerpo y mente inconsciente. Y es precisamente ahí donde se almacenan y/o entierran, de forma distorsionada, los pensamientos, emociones, comportamientos, y heridas emocionales del pasado que han resistido a un cierre sanador. 
 
Me refiero a esa mente inconsciente que, mediante una fuerte obstinación, se niega a iluminar el presente con todo aquello que previamente ha sido experimentado. Según el medico neurólogo y psicoanalista austriaco Sigmund Freud (1856-1939): ”la vida no es como la vivimos, sino como la distorsionamos y recordamos en nuestro inconsciente.” De ahí que, paradójicamente, el pasado sea – a menudo y con gran diferencia - mas incierto que el futuro.
 
Mas allá de esa difusa zona donde se mezcla lo racional con lo irracional que yace entre el consciente y el inconsciente, el deportista explora el soledad las esquinas mas áridas y oscuras de su mente. En ocasiones, es capaz de experimentar estados místicos en los cuales la vida fluye en perfecta armonía.
 
En ocasiones este sofisticado andamiaje tiende a desmoronarse. Si bien el deportista es capaz de expresar sus mas nobles y profundos sentimientos, a menudo nadie se percata de ello. En tal caso el deportista cesa de ser un artista en función de su incapacidad de transmitir a los demás tanto la comprensión como la expresión de sus emociones. Técnica sin emoción, no es arte.
 
Incluso el poeta, cuya mente sintoniza con la vida propia y ajena en varios niveles de complejidad, apenas es capaz de discernir el deportista en un único y sencillo plano. El deportista siempre exudara una soledad existencial y, en ocasiones, el ser interior saldrá al exterior y se torna visible. 
 
El deportista jamás luchara contra los efectos de la edad o el envejecimiento. Luchara contra el fastidio, la rutina, el peligro de no vivir, la sensación de no sentirse vivo, y no lograr ubicarse en el aquí y ahora. La mayoría de las personas no deportistas ignoran la primacía del momento presente en el cual habita el deportista. Un punto en el cual lo contrario de estar en el presente no es el pasado o el futuro, sino la ausencia de ser. 
 
Sin esta incesante lucha ocurrirían varios eventos: la vida del deportista-artista se detendría como tal; el culto a la belleza y el perfeccionamiento cesaría; el aprendizaje y crecimiento como ser humano llegaría a su fin; su existencia se reduciría a una lenta y aburrida sucesión de días, semanas, meses, y años; y todo lo que sueñe, proyecte, y haga se convertiría en un temido enemigo en vez de un fiel y comprensivo amigo.
 
Una ultima sugerencia: no teman el tiempo o las dificultades para llegar a la perfeccion ... jamas la alcanzaran ...
 

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