¿Por qué me Tutea Usted?

Guillermo Laich
15/12/2012 15:09

Existe un dicho popular que dice: “Cuánto más alto es el bambú, más se inclina.” Tales palabras se refieren al hecho de qué cuanto mayor es la autoestima de una persona, tanto mayor es el respeto, la tolerancia, y la humildad ante si mismo y ante los demás. En términos generales, podemos afirmar qué quien posee una alta autoestima es capaz de controlar su reacción, y quien controla su reacción también es capaz de controlar la situación. Además, saber perdonar es quizá la más noble de todas las venganzas.


 

La vida es dura y difícil. La mayoría de nosotros buscamos dirección, sentido, auto respeto, autoestima, y control en nuestras vidas. Nuestras buenas y malas relaciones con los demás se basan, en gran parte, en el trato que damos a estos cinco factores.

¿Qué significa sentirse profundamente ofendido?; ¿qué se siente cuando uno es incapaz de perdonar?; ¿por qué una relación es irreconciliable?; ¿cuál fue la causa de la herida emocional?; y finalmente ¿cómo se puede remediar?

Estamos conduciendo un coche, otro se nos cruza por delante de mala manera. Al mismo tiempo el malhumorado conductor saca el brazo por la ventanilla, y entre gritos e insultos, eleva su brazo derecho y nos muestra su dedo medio. El gesto es despectivo y obsceno y nuestra reacción inmediata es de indignación y rabia: “¡quien se ha creído ese...!” Lo perseguimos e insultamos. Es posible que la perdida de control sea de tal embergadura que incluso podemos bajar del coche y llegar a las manos.

Detengamos esta escena durante un momento y formulemos las siguientes preguntas: ¿Qué es todo esto?; ¿como se ha desencadenado?; ¿Qué ha pasado en nuestro interior para que reaccionemos de tal manera?; y ¿como se podria haber evitado?

Para ser felices necesitamos sentirnos bien con nosotros mismos así como tener un profundo auto respeto. El auto respeto representa la antesala de nuestra autoestima ya que en ausencia de auto respeto no es imposible establecer las bases estructurales de nuestra autoestima. Sin una solida autoestima, el amor hacia nosotros mismos es virtualmente imposible.

Nuestro auto respeto se desarrolla cuando somos capaces de elegir libremente lo que consideramos moralmente correcto. Para hacer esto, es condición “sine qua non” sentirnos libres e independientes. Cualquier situación que limite nuestra libertad de elección también limitará nuestra autoestima, ya qué sí está restringida, nuestra capacidad para elegir también lo estará. La verdadera causa de nuestros conflictos con los demás radica en esta perdida.

Por lo general, nuestras decisiones se realizan en base a tres motivos básicos: 1º.- el poder elegir lo que nos hace sentir bien; 2º.- lo que nos hace quedar bien; y 3º.- lo que consideramos lo mejor y lo más correcto. Mientras los dos primeros motivos no son de nuestra libre elección, y disminuyen nuestro auto respeto y autoestima, el tercero, como es de libre elección, produce un incremento.

Cuando alguien nos roba nuestra libertad, nos genera ira y nos enfadamos. Nuestra reacción de enfado será mayor cuanto menor sea nuestra autoestima, y viceversa.

Cuando nos falta nuestro auto respeto lo buscamos inexorablemente fuera de nosotros, específicamente en los demás. De esta manera el respeto que anhelamos nos llega de los demás hacia nosotros. Cuando los demás nos demuestran su respeto, sentimos que también nos respetarnos a nosotros mismos, y a su vez convertimos ese respeto ajeno en amor propio.

La autoestima secundaria siempre depende de la presencia de un auto respeto primario. Cuando no somos capaces de obtenerlo por nosotros mismos, se lo exigimos e imponemos a los demás mediante desaires, violencia, y agresiones de toda índole, cuestionándonos nuestro valor personal, defendiendo lo poco que tenemos con alma y vida, y diciendo y haciendo cosas de manera irracional e instintivamente que respectivamente no queremos ni decir ni hacer.

Las personas con baja autoestima suelen ser hipersensibles al desprecio y a la crítica. Sus opiniones sobre sí mismos son negativas, fluctúan constantemente, y característicamente dependen de la habilidad para impresionar a los demás.

Cuando nos enfadamos es porque no poseemos la suficiente autoestima como para confiar plenamente en nosotros mismos. En consecuencia sentimos inseguridad y miedo porque tememos no ser capaces de controlar nuestra situación. De esta manera, el enfado, la rabia, y la violencia se convierten en nuestras respuestas compulsivas a ese temor a perder el control. A partir de ahí surgen las subidas de tono, los insultos, los malos entendidos, los conflictos, e incluso la violencia. La clave en todo esto corresponde a la percepción de una supuesta pérdida de control por falta de autoestima.

Todo esto sucede porque dirigimos nuestra ira hacia el ladrón de nuestra libertad, autoestima, y control, sea quien sea ese ladron. No obstante, cuando no conseguimos distinguir y/o definir un culpable determinado “ahí fuera,” nuestra ira se vuelve hacia “aqui dentro,” o sea hacia nosotros mismos a modo de un boomerang, cosa qué con el tiempo se puede convertir en depresión. La depresión, segun Freud, es un acto de ira invertida hacia dentro donde la violencia y la agresión son dirigidas hacia el interior de uno mismo.

En la base de nuestras emociones negativas tales como la envidia, los celos, y la ira, siempre encontraremos la inseguridad y el miedo. A su vez, en la base del miedo encontraremos la auto percepción de muy bajos niveles de auto respeto, autoestima, y autocontrol. Es por esto que esas personas difíciles, que siempre están de mal humor, y que se enfadan con facilidad, siempre tienen una baja autoestima.

A este tipo de gente nada les cae bien, no les gusta ni permiten el tuteo, son inflexibles, testarudos, polémicos, vengativos, resentidos, altaneros, siempre tienen la razón, y jamás perdonan. Son así porque han fracasado en la búsqueda de su propio auto respeto. Tener siempre la razón es un acto muy solitario y que define un profundo vacio interior. Mientras la venganza violenta y agresiva es una emoción peligrosa, el profundo y autentico perdón es sin duda la más noble de las venganzas.

Todas esas reacciones violentas, agresivas, e irracionales, nos hacen sentir más poderosos y nos crea la ilusión de ser más libres e independientes, y de poseer la capacidad para controlar totalmente la situación y a los demás. Nada más lejos de la verdad.

Por ejemplo, la ira nos hace perder aun más nuestra autoestima y el control. Invertir tiempo y esfuerzo es esa reacción incivilizada es un grave error, ya que dicha actitud lo único que provoca es una mayor falta de respeto de los demás hacia uno mismo.

Hablemos claro, la ira consiste en una ilusión inmadura infantil cuyo objetivo es hacernos sentir en posesión del control. Cuando nos enfadamos y elevamos la voz asumimos una sensación de mayor poderío sobre la situación que nos intimida. En realidad esa sensación de poder corresponde a una falsa e ilusa percepción de confianza. Nos aferramos a la ira porque nos hace sentir como si aun ejerciéramos el control, pero la verdad es que mediante tal conducta lo hemos perdido totalmente.

Esa ilusión infantil es un mecanismo de defensa básico ante la sensación de miedo y vulnerabilidad que sentimos en función de nuestra baja autoestima. Lógicamente es muy difícil sentirnos bien cuando dependemos de los demás para cubrir nuestras necesidades. Por eso la sensación de libertad es básica para nuestro buen funcionamiento como seres humanos y personas.

Nuestros sueños más frecuentes son los de perder nuestra dentadura y de encontrarnos desnudos en un sitio público. ¿Qué tienen en común estos dos sueños? La respuesta es sencilla: el temor a perder el control, a ser vulnerable, y a sentirse expuesto y descontrolado ante los demás. Nuestras cuatro fobias más comunes son volar en avión, caernos de una altura determinada, estar con serpientes, y hablar en público.

Nuevamente, todas ellas tienen en común una profunda sensación de no tener control de la situacion.

El hecho de abrirse o de brindar a los demás la confianza y el respeto, y también el perdón, consiste en dar una gran parte de nosotros mismos. La persona con bajo auto respeto es incapaz de hacerlo porque ha sido robada por otra persona y por lo tanto se siente mal y con miedo. En cualquier relación, siempre existe un riesgo. En todas ellas siempre debe de haber tres partes de amor y siete partes de perdón. Como dije anteriormente: el perdon es la más noble de las venganzas.

Por lo tanto las personas con bajo auto respeto y autoestima no se arriesgan ni se la juegan en el acto de dar. Piensan que tienen demasiado para perder. En consecuencia se cierran defensivamente sobre sí mismos negando el perdón que resolvería el conflicto. La clave radica en reconstruir las reservas psicológicas de la persona para que se sienta libre, con autoestima, con control, y en posición de poder abrirse y ofrecerse a los demás nuevamente. Una falta en nuestro interior jamás puede ser satisfecha desde el exterior.

No obstante, muchas personas, debido a su baja autoestima, consideran erróneamente que no pueden ni deben rebajarse más ante la crítica mirada de ellos mismos. En tales casos, admitir que están equivocados consiste en una declaración de total perdida de su control, de su poder, y de su libertad. Por eso precisan tener siempre la razón, levantan la voz, se ponen furiosos y violentos, y agraden a los demás – especialmente cuando sus argumentos carecen de toda convicción.

 

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