"La clave del éxito competitivo de un equipo radica en que todas las narices de los jugadores apunten en la misma dirección …"
Los nómadas son comunidades que se desplazan de un lugar a otro para obtener alimento, pasto para el ganado, o bien ganarse la vida. La mayoría de los grupos nómadas siguen un patrón fijo de desplazamientos y asentamientos, ya sea anual o estacional. La vida de un nómada suele ser errática intentado sobrevivir de momento en momento sin tener una clara línea de objetivos funcionales.
Por definición, los humanos siempre hemos sido nómadas. Y lo hemos sido desde los comienzos y, además, siempre hemos dependido los unos de los otros para lograr nuestra supervivencia por más improvisada y caprichosa que esta haya sido.
Por ejemplo, un equipo de futbol o de baloncesto está compuesto por un grupo de deportistas femeninos o masculinos que, en función de sus reiterados viajes a otras ciudades y países, podrían ser considerados (en cierta forma) como nómadas.
En la actualidad, ha surgido gran interés por comparar y contrastar el comportamiento de las mujeres y los hombres que componen dichos equipos en sus respectivas culturas y entornos funcionales. Dichos estudios han tenido la finalidad de dar por terminados una serie de estereotipos que tienden a ubicarse lejos de la realidad.
Un estereotipo es una imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. Podemos definir a los estereotipos como conceptos, imágenes, o bien representaciones mentales simplificadas que se construyen respecto a personas, objetos, o determinados hechos. En esencia, los estereotipos sirven para definir rápida y categóricamente un grupo de personas en función de ciertas características supuestamente representativas.
Los estereotipos más comunes conciernen conceptos altamente distorsionados como: solo las niñas juegan con muñecas, las mujeres pueden ocuparse de varias cosas a la vez, las mujeres son delicadas o débiles, los hombres no lloran, y que los deportes extremos de alto rendimiento son solo para hombres.
Pues bien, otros antiguos estereotipos retratan a las mujeres como personas pasivas y dóciles que siempre se encuentran en función de su entorno deportivo. Supuestamente, si bien se sienten motivadas por formar parte de sus respectivos equipos deportivos, una vez aceptadas por la mayoría estas dócilmente se adaptan a todas y cada una de las normas y reglas vigentes.
Por otro lado, los hombres siempre se han retratado como individuos cuyo único objetivo consiste en el máximo rendimiento personal, a menudo buscando el protagonismo individual como único objetivo. Adicionalmente, se pensaba que, al formar parte de un equipo, los hombres se esforzaban más por destacar y convertirse en líderes, mientras que las mujeres preferían roles de tipo integrador y de mutuo apoyo.
Todas estas anticuadas y erróneas perspectivas implican que los equipos deportivos poseen capacidad para potenciar el rendimiento individual masculino, mientras que el rendimiento femenino tiende a la moderación sin necesidad de rendir al máximo y destacar.
En semejanza a muchos otros estereotipos claramente desfasados y anticuados, los anteriormente mencionado han sido categóricamente invalidados por las investigaciones actuales. Múltiples estudios han identificado diferencias significativas respecto al comportamiento de ambos géneros en sus entornos deportivos.
En general, los hombres tienden a participar en más actividades de equipo que las mujeres, pero las mujeres dedican más tiempo y esfuerzo a interactuar con los demás integrantes del equipo. Además, los equipos femeninos tienden a estar mejor cohesionados y ser estructuralmente más conjuntados que los equipos masculinos.
En cuanto al rendimiento deportivo, los hombres desean rendir y ganar de la manera más eficaz posible, intentando maximizar las posibilidades para que su equipo rinda al máximo. Además, los nuevos estudios sugieren que una buena cultura de equipo influye más favorablemente en el rendimiento masculino que en el femenino.
Como muchos dirigentes y entrenadores de primera división habrán podido comprobar: “es muy difícil entrenar a millonarios,” sean estos masculinos o femeninos, y ya que los egos son virtualmente incontrolables. Esto aplica, especialmente, si los sueldos y la visibilidad mediática de los integrantes del equipo son considerablemente mayores a los del entrenador.
Los estudios también sugieren que las mujeres tienden a interactuar con los demás miembros del equipo de forma muy distinta a como lo hacen los hombres. Si bien las mujeres consideran seriamente su rendimiento personal y en equipo, siempre desean que sea el conjunto el que rinda al máximo y gane.
No obstante, las mujeres también se preocupan más por lograr un fluido funcionamiento de equipo en términos de que este sea único, interactivo, indiviso, y que represente una solida filosofía conceptual de convivencia y juego. Además, y muy especialmente, toda la cultura deportiva y humana en que en todo momento: “todas las narices de los jugadores/as apunten en la misma dirección.”
Cabe mencionar que los equipos de mujeres tienden a ser menos picaras y oportunistas que los hombres en sus competiciones. Los equipos masculinos, por otro lado, tienden a ser más picaros para aprovecharse más de los errores y debilidades del oponente con el fin de ser mas oportunistas y ganar.
Con respecto al rol de líder, las mujeres suelen adoptar un estilo típicamente democrático. Para ello, tienden a emitir y recibir órdenes basadas en la igualdad de derechos y responsabilidades entre las respectivas integrantes. En contraposición, los hombres suelen responder a un sistema de carácter más direccional, emitiendo y recibiendo órdenes basadas en posiciones jerárquicas de autoridad dentro del grupo.
Esta brecha en el comportamiento deportivo colectivo de ambos géneros sugiere que las mujeres poseen una considerablemente mayor predisposición y capacidad que los hombres para relegar su rendimiento y protagonismo personal al rendimiento global de sus equipos deportivos.
Después de muchos años de polémicas, aún continúa la eterna discusión respecto a las diferencias de conformidad entre un género y el otro. Por conformidad entendemos la modificación de creencias, actitudes, acciones, o percepciones personales con la finalidad de lograr una mejor adaptación a las del equipo deportivo considerado como una unidad funcional.
Los estudios han confirmado que existe mayor predisposición en las mujeres que en los hombres para lograr tal adaptación y conformidad. No obstante, y paradójicamente, dicha diferencia tiende a desaparecer e incluso invertirse, cuando existen exigencias técnicas y psicológicas en las que ciertas mujeres destacan claramente por su capacidad y excelencia competitiva.
Para explicar tales diferencias se analizaron los distintos modos de crianza y formación recibidas por ambos géneros a lo largo de su infancia. Los varones son animados para ser más independientes, priorizando su capacidad para lograr el éxito de forma individual. De hecho, los niños pequeños aprenden que la sociedad les exige destacar y ganar de forma sistemática, incluso en los juegos con otros niños.
Por otro lado, a las niñas se les enseña la importancia de la cooperación, la integración, y la consideración por las ideas, los sentimientos, y los comportamientos ajenos. Si bien sus habilidades motoras suelen desarrollarse antes que los varones, se las presiona para que empleen sus talentos de forma creativa y cooperativa, y no tanto de forma individual y en medios eminentemente competitivos donde uno tiene que ganar y el otro perder.
Está claro que los estereotipos han cambiado radicalmente en los últimos años. Por una parte, y en la actualidad, existe una mayor similitud e igualdad en la crianza de ambos géneros. Cada vez más se acepta y se anima a las niñas para que destaquen en una amplia variedad de actividades deportivas, tanto individuales como en equipo.
También en la actualidad, las mujeres no solo participan en actividades que antes eran dominio exclusivo de los hombres, sino que a menudo lo hacen en competiciones individuales y en equipos que incluyen a ambos géneros. En tales casos, las mujeres son tratadas, respetadas, y admiradas en semejanza a los hombres … y en muchas ocasiones, incluso mejor.
Sean equipos de mujeres, equipos de hombres, o equipos mixtos, la clave del éxito cultural y competitivo radica en que todas las narices siempre apunten en la misma dirección …
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