Impacto Interno

Guillermo Laich
27/07/2012 17:27

"Los gritos y gruñidos de Rafa Nadal, cumplen una función fisiológica en su rendimiento deportivo."

La musculatura esquelética, o sea los músculos que contraemos voluntariamente, los que utilizamos para realizar una clase de aeróbic, o entrenar con pesas, o para jugar al tenis, son activados por células nerviosas, conocidas como “neuronas motoras.” La función principal de estas neuronas consiste en generar una serie de estímulos que hace que se contraigan los músculos. El resultado es la producción de un movimiento. Tales estímulos se conocen como “potenciales de acción.” No obstante, la neurona motora no actúa de manera independiente, de hecho, recibe una importante cantidad de información o “input” que proviene de dos sensores intramusculares cuyas funciones favorecen o desfavorecen la contracción muscular. Estos dos moduladores o bien “chivatos fisiológicos,” son conocidos como el “huso muscular” o HM, y el “órgano tendinoso de Golgi” u OTG. Ambos informan a la neurona motora sobre el estado de tensión del músculo. Su función fisiológica es protectora y consiste en regular, en más o en menos, la contracción muscular para conservar la integridad estructural del músculo esquelético.

El HM es un receptor sensor del músculo. La función del HM es proveer información sensorial sobre la longitud y la tensión del músculo. Responde al estiramiento de los componentes viscoelásticos de la musculatura esquelética causando una respuesta de contracción preprogramada, refleja, e involuntaria que se opone al estiramiento, como cuando estiramos una goma y la soltamos. En contraposición, el OTG también es un receptor sensor del músculo, pero a diferencia del HM no responde a la tensión muscular con una contracción, sino con una relajación refleja, preprogramada, e involuntaria, cómo cuando estiramos una goma y luego disminuimos su tensión para que no se rompa. Las funciones de ambos receptores son obvias: antes de que el cerebro pueda decir a un músculo qué debe hacer a continuación, el cerebro debe saber qué es lo que esta haciendo el músculo en aquel momento.

La información que provee el OTG a la neurona motora puede ser de dos tipos. La primera concierne a los “estímulos desinhibidores presinápticos” o bien EAP´s. Estos son estímulos activadores que potencian la generación y el envió de estímulos contráctiles hacia el músculo. La segunda concierne a los “estímulos inhibidores presinápticos,”o bien EIP´s. Estos últimos son estímulos que moderan la generación y el envío de estímulos contráctiles hacia el músculo.

Este complejo mecanismo de control, que consiste de entradas y salidas de información sensorial, se conoce como sistema propioceptivo. La pregunta fundamental es: ¿qué estímulos predominan sobre los otros, y por qué?, y ¿cuál es la consecuencia de tal predominio?

Si predominan los EAP, la neurona motora se activará para generar cada vez más impulsos contráctiles y la tensión o fuerza contráctil del músculo aumentará. Si predominan los estímulos EIP´s, esta se inhibirá y disminuirá la cantidad de impulsos contráctiles. En consecuencia la tensión o fuerza contráctil del músculo será menor.

Un ejemplo clásico de este proceso corresponde al bien documentado caso de una señora (una simple ama de casa sin entrenar), que en un estado de pánico descontrolado levantó un coche para salvar la vida de su hijo. En ese momento las neuronas motoras estarían emitiendo una cantidad masiva de EAP´s que superarían ampliamente a los EIP´s. Incluso, es muy posible que la condición de pánico de la señora inhibiera totalmente la producción de EIP´s, provocándose de esta manera un estimulo contráctil desinhibitorio descomunalmente intenso, puro, y sostenido. ¿Qué factores conscientes e inconscientes intervinieron en el sistema nervioso para producir tal increíble desinhibición y expresión de fuerza en esta persona?

Los estímulos EAP´s proceden de la activación voluntaria y consciente del sistema nervioso central y de las vías nerviosas. O sea, que tales estímulos son producidos por una decisión volitiva, no programada, y consciente, a nivel de la corteza cerebral. Por otro lado, los estímulos EIP´s, proceden de un reflejo preprogramado, inconsciente, e involuntario de las vías nerviosas involucradas. Estos últimos son estímulos de naturaleza protectora y se producen cuando existe la posibilidad de que se produzca una ruptura muscular. En consecuencia, la tensión muscular disminuye y el músculo se relaja. A modo de ejemplo, estiren una goma elástica mas allá de su limite de fuerza tensíl y verán que se rompe.

La Madre Naturaleza, en su infinita sapiencia, ha atribuido al mecanismo protector del OTG un grado excesivo de sensibilidad funcional. Podríamos decir que su umbral de activación es demasiado conservador y se encuentra por debajo del nivel de tensión que produce la ruptura muscular. No obstante, y gracias a que su rango de acción es relativamente amplio, es posible reducir su influencia inhibitoria voluntariamente mediante un fuerte grito o gruñido, permitiendo así una mayor tensión muscular sin consecuencias estructurales. El resultado sería una mayor expresión de fuerza.

Cuando un principiante comienza un programa de entrenamiento con pesas mediante resistencias gravitacionales, su capacidad para levantar cada vez más carga suele incrementar de manera considerable en las primeras dos semanas. Este fenómeno se produce de una manera regular y constante en todos nosotros a pesar de que no se produzca ningún cambio fisiológico importante a nivel muscular.

Esos cambios, en semejanza a la proeza de la madre en estado de pánico, son de naturaleza neurológica y corresponden a la capacidad del sistema nervioso para generar una mayor cantidad de EAP que superarían el flujo de EIP provenientes del OGT. Además, y en esta fase, el deportista tiene tendencia a no emitir ningún sonido mientras realiza los ejercicios. Los gritos y los gruñidos vendrán más adelante, cuando el kilaje aumente y aparezcan los EIP inhibitorios, es ahí cuando habrá que superar los EIP volitivamente - o sea voluntariamente.

A medida que el deportista intenta mover cada vez más carga, la curva inicial de mejoría tiende a aplanarse cada vez más. Ahora, a medida que desea mover mayores cargas o llegar al fallo, se suele emitir un fuerte grito o un gruñido en el momento de realizar un esfuerzo máximo. ¿Por qué sucede esto?

Es sabido que emitir un fuerte grito o gruñido en tales momentos es algo natural y común en toda actividad deportiva como el lanzamiento de disco o el lanzamiento de jabalina. Pero también lo vemos en el Kárate cuando se emite un fuerte y penetrante "kiai" en el momento de concentrar toda la energía física y psíquica en un punto determinado, y en el mínimo espacio de tiempo.

El potente y penetrante grito o gruñido emitido por Nadal en cada uno de sus golpes, no es un simple y azaroso sonido de altos decibelios que retumba por las paredes del estadio. Intenten copiarlo, verán como no pueden. No podrán, porque es más, mucho más que un simple grito o gruñido. Es algo muy técnico y muy individual que sale desde muy dentro, pero que se expresa de manera natural y con diferente tono e intensidad según la naturaleza del golpe.

Es un sonido abdomino-gutural profundo que en realidad procede de las mismísimas entrañas del deportista en busca de “algo más.” Un sonido altamente específico que requiere de una potente contracción de la musculatura abdominal y lumbar, y que sobre todo procede de la zona inferior del tronco, donde se encuentra el centro de gravedad corporal, más que de la zona superior torácica. Escuchen con atención el gruñido de una tigresa al defender a sus cachorros y lo comprenderán.

Otra de las funciones del grito o gruñido consiste en otorgar una mayor densidad a la zona abdominal, favoreciendo así la transferencia de fuerza desde el suelo hacia la raqueta. Si existen indicios de discontinuidad o desconexión en algún punto de esta cadena cinemática, en semejanza a lo que sucede en las técnicas de karate, el golpe perderá fuerza de impacto y precisión. Pero sin duda lo que mas perderá será la capacidad para coordinar una mayor cantidad de masa íntimamente integrada a la velocidad y precisión del impacto.

Un estudio mas detallado de este proceso nos revela que el sonido no se realiza exhalando fuertemente hacia el exterior, no se trata de vaciar el cuerpo de aire, sino de llenarlo rápida y explosivamente como cuando inflas rápidamente y en exceso un globo y este explota. Intenten expeler todo el aire de sus pulmones, como cuando se desinfla un globo, y verán que se quedan vacíos, sin fuerza, y sin movilidad. Todo esto corresponde a un proceso de suma complejidad cuyo aprendizaje puede llegar a tardar años en perfeccionarse. En realidad es un proceso “implosivo,” dirigido hacia el interior del cuerpo, más que un proceso “explosivo” dirigido hacia el exterior.

Por todo lo dicho anteriormente, se puede decir que una parte del rendimiento deportivo de Nadal depende de la altísima especificidad y eficacia de su respiración implosiva-explosiva, y también de su singular modo de expresión mediante un característico grito o un gruñido en el momento del impacto. La próxima vez que presencien uno de sus partidos, intenten escucharlo atentamente más que observar su juego. Podrán comprobar que en su juego hay “algo más” que el ojo no ve … pero que está ahí.

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