En todas las relaciones humanas de una sociedad ideal no debería existir lugar alguno para la mentira, el engaño, o la manipulación. Pero lamentablemente no vivimos ni convivimos en una sociedad ideal. En realidad vivimos en una sociedad y un mundo cada vez mas corrupto y decadente, y además colmado de mentiras, engaños, y manipulaciones como medios fundamentales de supervivencia. "/>

Münchausen y Don Quijote

Guillermo Laich
14/01/2014 00:39

En todas las relaciones humanas de una sociedad ideal no debería existir lugar alguno para la mentira, el engaño, o la manipulación. Pero lamentablemente no vivimos ni convivimos en una sociedad ideal. En realidad vivimos en una sociedad y un mundo cada vez mas corrupto y decadente, y además colmado de mentiras, engaños, y manipulaciones como medios fundamentales de supervivencia.

Casi siempre, la mentira patológica se produce de forma crónica en las personas que encuentran igual de fácil decir la verdad que mentir. En tales casos la mentira representa un claro signo y síntoma de trastorno mental facticio, o de simulación, o de psicopatía, o bien de un trastorno de personalidad tipo antisocial, narcisista, o histriónico,  por ejemplo.

En el seno de cualquier sociedad, tanto la integridad como la honestidad deberían constituir la base funcional obligatoria en todas las relaciones humanas, sean estas personales, profesionales, familiares, o las que sean. Poder estar plenamente consciente del grado de honestidad o deshonestidad de las supuestas intenciones de una persona ajena, constituye un elemento de altísimo valor a lo largo de nuestro accidentado transito por esa moderna jungla de asfalto llamada vida.

Cuando conocemos las autenticas intenciones y motivos detrás de las palabras y acciones de las demás personas tenemos un poder muy especial para asumir el control de cualquier situación, o al menos impedir que nos engañen y tomen el pelo. No obstante, existen personas que mienten, engañan, tergiversan, manipulan, y falsifican todo lo que tocan con gran maestría, incluso hasta el punto de convertirse ellos mismos en sus propias victimas.

La palabra "facticio" proviene del latín "facticius" que también está en el origen de la palabra "fetiche," y significa hechizo, artificial, simulado, falso, imitación, no genuino, no autentico, no real, y no natural (o sea, creado o hecho por el hombre).

Por "simulación" o simulador entendemos una persona que dice y aparenta estar enferma, pero que en realidad esta sana; mientras que por "disimulación"estamos hablando de una persona que dice y aparenta estar sana, pero que en realidad esta enferma. La disimulación se da en personas que abusan de sustancias padecen trastornos del estado de ánimo tipo depresión, o bien personas paranoicas con ideas auto referenciales.

El termino "minimización" está relacionado con la disimulación y significa reducir en tamaño o importancia. Hace referencia a aquellos pacientes qué siendo plenamente conscientes de padecer un trastorno mental, informan y dan la apariencia de estar perfectamente bien. Por ejemplo, cuando una persona bulímica dice a su psiquiatra que ya no se da atracones de comida, pero que en realidad se atiborra de comida y luego se induce el vomito, entonces estamos ante un "minimizador" que esta minimizando la gravedad de su trastorno de alimentación. La minimización es algo muy común en la clínica de salud mental.

Ahora bien, el termino facticio hace referencia a un determinado tipo de trastorno mental caracterizado por la repetida y compulsiva fabricación de signos y síntomas clínicos falsos con la finalidad de lograr el ingreso en un hospital donde pretende recibir cuidados especiales. Toda persona que padece un trastorno facticio es un mentiroso, y de los buenos.

No obstante existe una diferencia fundamental entre el que padece un trastorno facticio y un trastorno de simulación. El primero (facticio) es consciente de lo que hace y crea los síntomas falsos porque desea cuidados especiales por parte del personal sanitario, pero sin fraude. Por lo tanto en el trastorno facticio existe una clara ganancia primaria, (sin fraude), pero no existe ganancia secundaria (con fraude). El segundo (simulador) si bien es tan consciente de lo que hace como el primero, inventa los síntomas falsos porque desea obtener un beneficio determinado en base a un fraude (dinero, ventaja, fallo judicial, etc.). Por lo tanto en la simulación no existe una ganancia primaria, pero si una clara ganancia secundaria.

Soy plenamente consciente que los conceptos de ganancia primaria y ganancia secundaria a menudo se prestan a cierta confusión. A continuación intentare aclarar la diferencia. 

Por ganancia primaria me refiero a aquellos síntomas físicos qué se desarrollan a partir de un esfuerzo inconsciente para mantener el conflicto intrapsíquico a nivel inconsciente y fuera de la consciencia. En tal caso la ganancia o beneficio es de orden inconsciente, y por eso se denomina primaria. El paciente no desea tratar con la emoción negativa, la reprime hacia el inconsciente, y aparecen los síntomas físicos vía somatizaciones diversas. En estos casos el paciente acepta los cuidados y el tratamiento médico.

Por ganancia secundaria me refiero a aquellos síntomas físicos que se desarrollan a partir de un esfuerzo consciente para obtener beneficios externos tales como ganar dinero, evadir obligaciones, u obtener apoyo emocional. La ganancia secundaria se presenta de dos maneras: 1.- con ausencia de fraude en los enfermos con el Síndrome de Münchausen, donde solo se pretende recibir cuidados especiales; y 2.- con presencia de fraude o falsedad en los enfermos simuladores que pretenden recibir beneficios tales como evadir el servicio militar, evadir el trabajo, evitar una prosecución criminal, obtener una compensación económica, u obtener drogas, entre otros.

En el segundo caso el paciente no está interesado y esquiva los cuidados y el tratamiento médico, y a menudo se recupera misteriosamente una vez que ha logrado su objetivo. No obstante, y de manera muy peculiar, la enfermedad simulada persiste incluso después de haber logrado un fallo judicial beneficioso, por ejemplo.

En la reciente publicación de la versión numero cinco del manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales (DSM 5), se incluye una clasificación nosológica que organiza la totalidad de los trastornos mentales conocidos hasta la fecha en 22 categorías generales. Una de esas categorías lleva la denominación de Trastorno de Síntomas Somáticos y Desordenes Relacionados, cuya característica consiste en una preocupación y malestar en referencia al propio cuerpo.

En términos generales, el contenido de esta categoría es la siguiente: 1.- Trastorno de Síntomas Somáticos; 2.- Trastorno de Ansiedad por Enfermedad; 3.- Trastorno de Conversión; 4.- Factores Psicológicos que Afectan Otras Condiciones Medicas; y  5.- Trastorno Facticio.

Como podrán apreciar, uno de los trastornos de esta categoría es el Trastorno Facticio, mencionado anteriormente, que se puede aplicar a la propia persona o bien a otra. En ambos casos se trata de un intento de falsificación de los signos y síntomas clínicos mediante un acto consciente e intencional de falsedad y ganancia secundaria, sin intención de fraude laboral, económico, judicial, etc.

Este trastorno, en la previa publicación número cuatro del manual diagnostico y estadístico de trastornos mentales (DSM 4), incluye el Síndrome de Münchausen y el Síndrome de Munchausen por Poderes. En el primero, el paciente informa de manera intencional y poco ajustada a la realidad, de la presencia de síntomas de trastornos médicos o psiquiátricos, o bien se auto-inflige dichos síntomas y signos físicos. En el segundo, todas las falsedades anteriores se aplican a otra persona, generalmente un hijo menor que depende del adulto.

Cabe aclarar que la edición más reciente del DSM 5 no incluye estos dos últimos Síndromes de Munchausen en su clasificación. A efectos de intentar mantener la consistencia conceptual del título, el contenido de este articulo esta convenientemente montado a caballo, por decirlo así, sobre las clasificaciones nosológicas del DSM 4 y DSM 5.

El Síndrome de Münchausen fue denominado como tal en base a un personaje alemán del siglo IIXX conocido como el Barón de Münchausen, que relataba historias y aventuras grandiosas, fantásticas, y difícilmente creíbles. El científico y escritor alemán Rudolf Erick Raspe (1737-1794) publicó tales aventuras en el año 1785 con el rimbombante título: "Las sorprendentes aventuras, grandes e inminentes peligros, escapes milagrosos, y viajes maravillosos del conocido Barón de Münchausen."

Raspe creó un personaje literario que se encontraba dividido a modo fifty-fifty entre extraordinario y antihéroe, cómico y bufón en ocasiones, inspirando cierta pena en otras, y actualmente un reconocido mito de la literatura infantil. El libro fue heredero, entre muchos otros, del Don Quijote (1606) escrito por Manuel de Cervantes (1547-1616), y de Los Viajes de Gulliver (1726) escrito por Jonathan Swift (1667-1745), donde en su eje central se encontraba un claro mensaje filosófico de tendencia radicalmente, opuesto al racionalismo imperante en esa época.

El libro de Raspe estuvo basado en las andanzas de un noble alemán de existencia real llamado Karl Friedrich Hieronymus, Barón de Münchausen (1720-1997). Este fue un barón alemán, que en su juventud sirvió de paje al principe aleman Antonio Ulrico, Duke de Brunswick-Lüneburgo (1633-1714), y mas tarde se alisto en el ejercito ruso, donde sirvió hasta el año 1750. En sus años de servicio tomó parte en dos campañas militares contra los turcos. Cuando retornó de su servicio a las órdenes del ejército ruso, narraba unas historias extraordinarias e increíbles las cuales eran el asombro de la población de su localidad natal. Las asombrosas hazañas incluían cabalgar sobre una bala de cañón, viajar a la luna, y salir de una ciénaga tirándose en sentido vertical de su propia coleta, entre otras.

En el año 1951, Richard Asher (1912-1969), describió en la conocida y prestigiosa publicación científica, "The Lancet," el comportamiento de un grupo de pacientes que fabricaban falsos signos y síntomas de enfermedad. Asher dio el nombre de Síndrome de Münchausen a tal condición, en semejanza a la conducta del barón que protagoniza el libro de Raspe.

El elemento nuclear de este trastorno es la convincente presentación del paciente de síntomas auto-inducidos con el fin de reunir las condiciones para ser admitido a un hospital. Tales condiciones incluyen dolor abdominal, fiebre, vómitos, sarpullidos cutáneos, quemaduras, hipo o híper glucemia, dolor en la zona lumbar y renal, sangre en el esputo, sangre en la orina, y abscesos, entre otros.

Todo ello altera el flujo normal de las unidades hospitalarias debido a las constantes exigencias de atención personal, contacto físico, pruebas de laboratorio, medicaciones diversas (especialmente sedantes y analgésicos), e intervenciones quirúrgicas. Este lamentable proceso continúa hasta que el staff profesional logra un diagnostico de Síndrome de Munchausen y el paciente es expulsado del hospital.

Existen una serie de teorías para explicar la etiología de este trastorno mental. Según Kolb (1977), es posible que el paciente este buscando establecer una relación con el plantel profesional a modo de padres o madres sustitutos. O quizá simplemente expresen su ira en contra de la profesión médica. También es posible que las lesiones auto-infligidas representen un auto-castigo para purgar la sensación de culpa.  Pero lo mas probable es qué quizá el único objetivo aparente consista en adoptar el papel de paciente hospitalario sin ningún otro incentivo externo. Muchas veces la hospitalización es el objetivo principal así como una forma de vida.

El trastorno posee una cualidad compulsiva, pero las conductas son deliberadas y voluntarias, aun cuando no se logran controlar. Buscan cuidados médicos porque disfrutan de la atención médica hospitalaria, de las medicaciones que reciben, el confort de una cama hospitalaria, la seguridad de comer tres veces al día, y el macabro goce personal de haber logrado contar una gran mentira y haber engañado a todo el hospital.

Por otro lado, el Síndrome de Münchausen por Poderes se da en madres que fingen una enfermedad inexistente en su hijo. La madre intencionalmente induce los falsos signos y síntomas en su hijo quien luego requerirá procedimientos y pruebas diagnosticas innecesarias y a menudo de carácter invasivo. En tales casos el tratamiento es muy difícil debido a la actitud de negación del adulto que ha inducido el proceso en el niño, y es preferible que se realice mediante conducto judicial.

Una discusión de las fantásticas aventuras del Barón de Münchausen, en semejanza a los pacientes que sufren del Síndrome de Münchausen, inexorablemente nos conduce a reflexionar sobre el idealismo y la locura fantástica del Ingenioso Hidalgo Caballero Don Quijote de la Mancha, quien se vuelve loco de leer libros de caballería y se hace caballero andante.

Un hidalgo era una persona que pertenecía a la clase mas modesta de la nobleza española. En la época de Felipe II, Rey de España y Portugal (1527-1598) había muchos hidalgos en España, habían proliferado y constituían una clase que representaba una profunda y dramática contradicción. Eran personas que aspiraban a vivir como nobles porque eran hidalgos y se tenían por tales, pero no poseían los medios económicos ni culturales para hacerlo. Pues Don Quijote era un hidalgo - de hecho un ingenioso hidalgo - que vivía en un eterno "quiero y no puedo."

De modo que por definición, el hidalgo era un ser lleno de arrogancia, de orgullo, de altanería, de prejuicios nobiliarios, y de hambre y necesidad, generalmente ocultas con vergüenza. Este contraste entre lo que se aparentaba ser y lo que en realidad se era, entre la necesidad de trabajar y la imposibilidad de trabajar, puesto que un noble no podía hacerlo, hacían de la casta de los hidalgos un caso de parasitismo social tipo tragicómico muy abundante en esa época española.

La verdad es que cada siglo de la historia ha encontrado en él una imagen de sus propios temas, de sus propios valores, y de sus propias formas de entender la naturaleza del ser humano. El "Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha," fue la obra inmortal que Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) publicó en el año 1606. Esa primera parte de la obra representa un señor de aproximadamente cuarenta años de edad, idealista, endeble, flaco, y huesudo, cuyos pensamientos y acciones caracterizan la locura fantástica de la esquizofrenia tardía.

El cuadro psicopatológico (psicótico) en cuestión cursa con razonamientos absurdos (delirios), falsos reconocimientos (ilusiones), delirios de grandeza (narcisismo), percepciones  sensoriales o sensitivas falsas en ausencia de un estimulo externo relevante para la modalidad perceptiva implicada (alucinaciones), además de otros trastornos del pensamiento.

En su momento, esta singular y severa patología mental, que actuó como combustible literario en la obra de Cervantes, fue denominada, fantasiofrenia por el neurólogo y psiquiatra alemán Karl Kleist (1879-1960), así como, "parafrenia fantástica" por el también psiquiatra alemán Emil Kraepelin (1856-1926).

Tal combustible de orden psiquiátrico permitió al autor dar rienda suelta a su imaginación y crear argumentos más que validos para las aventuras fantásticas, inverosímiles, y jocosas de Don Quijote. A lo largo del libro, Don Quijote ejerce constantemente un don de poeta, y llega a un momento en qué la realidad misma desaparece y entonces todo el libro se encuentra girando en torno a un cierto número de apariencias de las qué, finalmente, no llegamos nosotros a saber cual es la cierta y cual no.

Los elementos de comparación y contraste entre ambas posiciones, "Munchausen y Don Quijote," son más que obvias. Don Quijote, a diferencia de un enfermo del Síndrome de Münchausen que crea síntomas falsos en un hospital, transforma una pequeña e insignificante aldea en un imponente y majestuoso castillo; en vez de mentir descaradamente a su enfermera, convierte una joven e insulsa aldeana en una bella y elegante doncella; y en lugar de recitar interminables listas de síntomas falsos a los facultativos, convierte un pequeño y ordinario rebaño de ovejas en una enorme y noble caballería de guerra.

Si bien el Síndrome de Münchausen requiere un tratamiento médico especializado de alta complejidad, y que además supera ampliamente el alcance de este artículo, deberíamos tomar en consideración la muy acertada disposición y actitud que adopta la sobrina de Don Quijote, la joven y sensata Antonia Quijano, a lo largo de la monumental obra. Esta última, intenta, en todo momento, que el Ingenioso Hidalgo algún día recupere su salud mental y logre volverse cuerdo.

De hecho, y al final de la obra, Don Quijote termina trágicamente porque recobra la cordura, es decir, empieza a perder los sueños fantásticos, las visiones, y la poesía, y a transformar su vida en la aburrida realidad de los demás que se autotitulan cuerdos.

Al lograr la normalidad psíquica llega a ser, no ya Don Quijote, sino Alonso Quijano, el Bueno, porque después de que se convence de que ha fracasado y de que por su obra la justicia no va a poder reinar en el mundo, no le queda a este caballero, a este ingenioso hidalgo, a este héroe, si no el consuelo de saber que ha sido bueno, y dice: "Yo soy Alonso Quijano, el Bueno. Y con esa palabra, con esa exaltación de la bondad humana fundamental, que es la materia prima de lo heroico y también la materia prima de lo poético, termina la obra de Miguel de Cervantes.

Ahora bien, la actitud curativa, encarnada en la sobrina de Don Quijote, que hemos mencionado con anterioridad, consiste en permanecer quieto, tranquilo, y en silencio, al lado de la cama del enfermo de un Síndrome de Munchausen. Intentando, además, empatizar y establecer una sincera y autentica proximidad, así como saber escuchar al paciente con esa tercer oreja intuitiva y libre de prejuicios que nace del corazón. De esta manera se le da libre expresión al paciente, cosa que con el tiempo le permita evolucionar - en menor o mayor cuantía - hacia un nivel de introspección y auto evaluación personal superior al que poseía previamente.

En caso de conseguirlo este habrá dado el primer paso hacia la comprensión de la ridiculez de sus pensamientos y acciones, y se sentirá con una mayor capacidad para abandonar definitivamente sus locuras, excentricidades, y razonamientos absurdos, sustituyéndolos por una vida normal con sueños, eventos, comportamientos, y proyectos firmemente anclados en la realidad.

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