El Karate mas alla de la Técnica

Guillermo Laich
02/01/2018 00:06

"Imaginemos un grupo de necios infelices transportando sacos llenos de arena de un lado al otro. Una vez que han terminado de depositarlos en un sitio determinado, inmediatamente empiezan a transportarlos nuevamente al lugar de origen. Este vaivén sin sentido y sin fin, continúa sin cambio alguno, todos los días de todos los años; los necios hacen exactamente la misma estéril labor." 

"Un día, uno de ellos se detiene durante unos momentos para preguntarse que es lo que en realidad esta haciendo con su tiempo. Se plantea a si mismo que sentido tiene acarrear las inertes bolsas de arena de un lado al otro sin saber por qué – también, y en consecuencia, se plantea que sentido real tiene su vida al vivirla de tal manera. A partir de ese instante, ya no estará tan pasivo ni contento como antes de transportarlos."   

"Yo soy precisamente uno de esos necios, de hecho soy ese tonto convertido en autómata imbecil que ahora se pregunta, una y otra vez, cual es el sentido de mi vida y por que cargo inútilmente con los sacos de arena día tras día." 
 
El breve relato que acaban de leer es en realidad la nota de un hombre suicida, las ultimas palabras escritas por un alma vacía, solitaria, y desesperada que se quito la vida porque no veía ningún sentido a la vida. Tampoco veía vida en su persona. Tales palabras terminales nos pueden servir de comienzo o bien introducción a una importante y transcendente pregunta que, ciertamente, es de vida o muerte.
 
Dicha pegunta posee profundas ramificaciones existenciales y por lo tanto puede formularse de múltiples formas: ¿cual es la finalidad y el significado de la vida?; ¿qué dirección y sentido tiene mi vida?; ¿por qué vivimos?; ¿por qué venimos a este mundo?; ¿para que vivimos?; ¿de acuerdo a que principios tenemos que vivir?; y si bien nada es perdurable y estamos destinados a morir, ¿realmente qué sentidotienevivir?
 
Pocas personas en la historia de la humanidad se han atormentado tanto con estas cuestiones como el gran novelista ruso Lev Nikolaievic Tolstoj, también conocido como León Tolstoi (1828-1910). Tolstoi, a lo largo de su vida, se enfrento al problema de la carencia de un sentido vital en el alma del hombre. Su experiencia, tal como nos la relata en “Mi  Confesión,” nos servirá de punto de partida:
 
“Hace cinco años comenzó a generarse en mi un estado de ánimo profundo y extraño: tenia momentos de perplejidad, de  asombro ante la vida, como si no supiera por qué quiero vivir, o lo que deseo hacer conmigo mismo. Estos momentos de interrupción siempre se me presentan con la misma pregunta: ¿por qué vivir?; y ¿para qué vivir? Estas  cuestiones me exigían una respuesta cada vez más apremiante, como si se tratase de una serie de puntos oscuros, se reunían e integraban para formar una sola mancha negra.” 
 
Durante estas crisis, por él denominadas de “interrupciones de la vida,”  Tolstoi se encontraba en un perpetuo estado de confusión, conflicto, y guerra existencial consigo  mismo,  y una y otra vez cuestionaba el significado de toda su existencia, todo lo que pensaba, todo lo que sentía, y todo lo que hacia. 
 
Se preguntaba cual era el sentido de administrar sus bienes o de educar a su hijo. “¿Para qué? Ahora poseo seis mil hectáreas en la provincia de Samara y trescientos caballos; y todo, ¿para qué?” También se preguntaba que motivo  y razón tenía para escribir sus novelas: “Bien, ¿y si llego a ser mas famoso que Gogol, Pushkin, Shakespeare, y Moliere – y que todos los demás escritores de este mundo -,que?  Francamente,  no  hubiera podido hallar una respuesta.  Estas preguntas exigen respuestas inmediatas, porque sin  ellas, es imposible vivir. Pero difícilmente hubiera podido encontrarlas.”
 
Junto con la disolución del sentido y significado, Tolstoi experimenta una  disolución de los fundamentos éticos, morales, filosóficos, y espirituales sobre los que descansa la vida: “Sentí que ya no tenía nada que me sirviera de apoyo, que todo aquello para lo cual había vivido no significaba nada, y que no tenía ni una sola razón valida para continuar viviendo. La verdad era que la vida no tenia ninguna dirección o sentido para mi.  Cada día, cada paso, me llevaba más cerca del precipicio donde no veía sino oscuridad y ruina.” 
 
En virtud de los contenidos negativos inherentes a tales pensamientos, a los cincuenta años de edad, Tolstoi estuvo muy cerca del suicidio. ¿Cómo y por qué cayo la ideación suicida sobre los pensamientos de Tolstoi? Intentemos dar algún   sentido coherente a las siguientes palabras del propio Tolstoi.
 
“La cuestión de base que a los cincuenta años me llevo tan cerca del suicidio era la mas simple de todas, y la que está en el espíritu o alma de cada hombre, desde el niño mas pequeño hasta el mayor y mas  anciano de los sabios: ¿cuál será el resultado final de lo que estoy haciendo ahora y de lo que haré mañana?; cual será el resultado global de toda mi vida? En otras palabras: ¿por qué vivir?; ¿por qué desear algo?; ¿por qué hacer algo? Aun mas sencillo: ¿hay algún motivo, significado, o sentido en mi vida capaz de neutralizar, abolir, o destruir la muerte que inexorable y misteriosamente me esta esperando en el cercano o lejano futuro?”   
 
Las palabras que acabamos de leer son profundas, contundentes, y muy fuertes, por cierto, pero no obstante a los pensamientos de Tolstoi se unen muchos otros individuos que han  experimentado una semejante crisis de significado a modo de un profundo vacío vivencial que se manifestaba como una interrupción existencial en sus vidas.  
 
Por citar otro ejemplo, el novelista ensayista, dramaturgo, y filosofo francés Albert  Camus (1913-1960), en su amplia y variada obra literaria desarrolló un humanismo fundado en la conciencia de lo absurdo de la condición humana. Entendemos por absurdo algo que es contrario a la lógica o la razón. Camus sostenía que la única pregunta que uno podía plantearse, después de haber captado plenamente la falta de sentido de la vida humana, era si realmente valía la pena continuar luchando y viviendo. En un determinado momento Camus expreso lo siguiente: “He visto a mucha gente morir porque no consideraban que valía la pena vivir. De esto deduzco que la cuestión del sentido y el significado de la vida es la más urgente de todas.”
 
Camus empleo la palabra: absurdo, para referirse a la posición básica referente a la existencia de los seres humanos en el mundo: la incongruencia de un ser transcendente que busca significados y que tiene que vivir en un mundo – ni bueno ni malo - que carece de ellos. En realidad el mundo es total y absolutamente indiferente a nosotros y por lo tanto no nos proporciona significados de ningún tipo. 
 
De hecho, y según el psiquiatra y neurólogo austriaco Viktor Frankl (1905-1997) el proceso suele funcionar diametralmente a la inversa ya que es la vida y el mundo en el cual vivimos quienes nos plantean la pregunta: ¿que sentido y significado desea darle Vd. a su vida?  -  y no viceversa. O sea que somos nosotros mismos quienes debemos agenciarnos nuestros propios significados y propósitos vivenciales en un mundo neutro e indiferente.   
 
En todo los casos, cuando un ser humano fracasa en el intento de dar sentido a su propia vida se produce un profundo sentimiento de vacío existencial. Una sensación interior de que uno no tiene ninguna razón para vivir, para luchar, para esperar  ...  de que uno es incapaz para encontrar una meta o una directriz valida en la propia vida, el  sentimiento de que, aunque los individuos se esfuercen mucho en su trabajo, en realidad no tienen ninguna verdadera meta, objetivo, o   aspiración.  
 
Un punto importante a tener en cuenta es que cuando se produce un vacío existencial de este tipo, los signos y síntomas ansiosos y depresivos se apresuran por llenarlo. La carencia de un sentido vital se asocia con la depresión mayor en un sentido casi lineal: esto es, a menor proporción de significado vital, mayor gravedad en los signos y síntomas depresivos. Esta proporcion basculante - que va de de sentido a ausencia sentido, ocasionalmente pasando por varios grados intermedios - suele encontrarse en el eje existencial del ser humano.
 
Esta claro que el ser humano necesita de un faro de significado en su vida para que guíe sus pensamientos y acciones. El hecho de vivir sin él, sin metas, valores, o ideales parece provocarnos, como hemos visto, considerables trastornos fisiológicos y mentales de diversos grados de gravedad. En casos extremos, nos puede incluso llevar a la decisión eminentemente impulsiva de poner fin a nuestra propia vida mediante un acto de autolisis en el cual, "la noche cae muy rapido..."  
 
Aparentemente necesitamos una mente y un espíritu capaces de concebir, sostener, e implementar principios absolutos e ideales firmes y creíbles que nos permitan aspirar a continuar viviendo, así como normas y guías para configurar los parámetros existenciales de nuestras vidas. 
 
Ahora bien, el concepto existencial de libertad nos dice que lo único absoluto y verdadero es que no hay nada absoluto. Según tal concepto, el mundo es contingente, entendiéndose por contingente que  puede suceder o no suceder. Es  decir, que todo lo que es, pudo  haber  sido  de  otra  manera o no sido; que los seres humanos constituyen su propio yo, su mundo, y sus situaciones dentro de ese mundo; que no existe ningún significado universal ni un gran diseño en el mundo, ni ninguna guía para vivir que no sean las que crean los propios individuos. 
 
Según todo lo anterior, y presentado en su forma mas rudimentaria, el  problema es el siguiente: ¿Cómo puede un ser humano que necesita desesperadamente un  significado, un sentido vital,  y un propósito encontrarlos en un mundo neutro que no solo no los tiene, sino que tampoco los enseña o provee? 
 
Los términos "significado" y "propósito" representan conceptos muy distintos entre sí.   
 
El significado que se busca en la  vida se  refiere al  sentido de la coherencia lógica de esa misma vida.  Es un término general para indicar lo que se desea expresar racionalmente por medio de algo. En realidad, la búsqueda de significado quiere decir que estamos buscando lo racional y coherente en vez de aceptar lo irracional y  absurdo. ¿Tiene sentido todo esto, de verdad? 
 
Por otro lado, el propósito se refiere a la intención, la meta, o la función. Cuando preguntamos cual es el propósito de algo, estamos inquiriendo sobre su papel, objetivo, o su función. ¿Qué función cumple todo esto? ¿Cuál es su finalidad? 
 
El sentido de significado y propósito en la vida inherente a la filosofía del Budó en el espíritu de los practicantes de kárate – sean estos   alumnos  o  instructores - realiza  exactamente  la  misma  función:  permitir la mas completa y total   autorrealización del individuo. La autorrealización representa una fuente adicional de significado y propósito personal basada en la creencia de que los seres humanos deben luchar por realizarse y dedicarse a poner en practica todas sus virtudes y cualidades potenciales para lograrlo.
 
A su vez, el  término autorrealización constituye una reformulación moderna de un concepto muy antiguo expresado por Aristóteles, en el  siglo IV antes de Cristo, al hablar de la causalidad teleológica, una doctrina de finalidad interna que postula que la meta o el fin adecuado de cada objeto y de cada ser es fructificar totalmente, y lograr realizar plenamente la expresión de su autentico ser interno – o sea de su alma o espíritu. 
 
El instructor de kárate que acepta la formulación existencial que le plantea uno o varios de sus alumnos probablemente compartirá también la sensación de hallarse atrapado en el centro del mismo problema: con razón y coherencia, pensara que su propia búsqueda de significados y propósitos vitales ha sido incompleta. Se plantea, entonces, la  siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que alguien le resuelva a otro un problema que no ha podido resolver el mismo? En ese momento el instructor puede determinar que el problema es insoluble, pero por muchos motivos hay que intentar encontrar la  manera de evitarlo en el curso de la enseñanza.
 
En este sentido, lo primero que tiene que hacer el instructor no consiste en aceptar al pie de la letra las formulaciones que el alumno efectúe sobre el problema, si no examinar rigurosamente la legitimidad de la queja referente a que:  la vida no tiene ningún significado o propósito. Si se analiza la base sobre la que descansa esta queja, esto es, el significado de la pregunta: ¿cual es el sentido de la vida?, se vera que la pregunta se formula de manera resabiada.  Por resabiada   se entiende aquella persona que reacciona con desconfianza o agresividad ante hechos de los que tiene experiencia negativa o desfavorable.
 
La practica del kárate es un camino o Do sumamente válido para lograr la coherencia, el sentido, el propósito, y en consecuencia esa tan especial autorrealización espiritual de la cual hemos estado hablando. Un camino tortuoso y en ocasiones muy duro, tan exigente como misterioso e interesante, y que para algunos de nosotros ha supuesto una dedicación y entrega tan completa y total que en consecuencia nos ha colmado con dirección, propósito, y sentido toda nuestra vida.
 
En reiteradas ocasiones – sea uno alumno o instructor - el hecho de comprometerse plenamente con la practica del kárate constituye la principal respuesta terapéutica ante la carencia de sentido vital. Ese compromiso con el kárate representa la respuesta terapéutica a la carencia de significado, independientemente del origen de esta. El compromiso pleno con cualquiera de las infinitas posibilidades vitales que ofrece la practica del kárate aumenta también la posibilidad de que uno logre organizar los eventos de la propia vida dentro de un patrón coherente, bien estructurado, y con un propósito determinado.
 
Por lo tanto la meta del instructor de kárate consiste en establecer un autentico compromiso con su alumno así también con la esencia del arte marcial que enseña. Pero tal compromiso no consiste en crear uno al propio alumno, ni en inducirle a eludir los obstáculos que pudieran interponerse en su camino. No es necesario llegar a tal extremo ya que el propio alumno debe aprender a hacerse responsable de establecer un sentido y un propósito en su propia vida.
 
El deseo de comprometerse plenamente con la vida y la practica del kárate es algo natural e inherente en todos los karatecas, y las actividades docentes del instructor deben orientarse hacia la eliminación de los obstáculos – tanto conscientes como inconscientes - que  pudieran interponerse en el camino de los mismos alumnos para crecer como personas y determinar un sentido vital y un propósito en sus vidas. 
 
En todo momento, y en este contexto, el instrumento más importante y potente con que cuenta el instructor de kárate, es el valor y el significado de su propia persona, porque, a través de ella, se pone en contacto directo con el mismo, el kárate, y su alumno.
 
Por lo tanto es necesario que el instructor de kárate y su alumno se enfrenten directamente con la soledad, el aislamiento, la libertad, la muerte, y la carencia de sentido vital en la vida. Pero, tratándose de la carencia de significado vital, el instructor de kárate eficaz tiene que ayudar al alumno a apartar la mirada de la cuestión central. En efecto debe adoptar la solución del compromiso vital, en lugar de sumergirse en el problema de la carencia de sentido vital. 
 
Este problema, tal como nos enseño Buda, no es edificante – o sea que no sirve de ejemplo para actuar bien o que incita a la virtud. Todo ser humano posee una tendencia natural hacia la autorrealización personal. En realidad, y metafóricamente hablando, es necesario sumergirse de forma total y completa en el flujo del río de la vida, y simplemente dejar que la cuestión del sentido vital flote libremente hasta que llegue a nosotros con toda su coherencia y propósito.  
 
En resumidas cuentas, esa es la autentica función del instructor de kárate más allá de la enseñanza de la técnica: identificar y eliminar los obstáculos irracionales que se interponen y bloquean el logro de un sentido y un propósito en la vida del alumno, elementos cruciales que conducen hacia la optimización de su propio crecimiento, madurez, responsabilidad, y autorrealización. 
 
En consecuencia, el autentico valor del grado numérico o Dan que ostente el instructor de kárate estará en relación lineal y directa con su capacidad para transmitir los valores, conceptos, actitudes, y directrices que permitan al alumno entender la esencia de lo que es la vida ... su vida, y la de los demas. Precisamente ahí reside el mayor valor educativo en la enseñanza del kárate bajo la supervisión de un instructor altamente cualificado. Un valor único e intransferible que se extiende, con gran diferencia, mucho más allá de la enseñanza de una excelente técnica.
 

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